Un elaborado menú de raíces catalanas coronó este martes a Arnau París como vencedor de 'Masterchef 9' en una de las finales más igualadas del concurso de La1, en la que se impuso a su paisana Meri, a la competitiva María y al entregado Fran. El vendedor de grifos barcelonés de 32 años se plantea ya una nueva vida lejos del negocio familiar en el que hasta ahora trabajaba, con un proyecto de turismo rural y gastronomía sostenible en el que propone reconectar con la naturaleza. Reconoce que su templanza y seguridad en sí mismo hizo que parte del público le considerara un "sobrado", pero su incontestable precisión en la prueba final calló muchas bocas. Esta semana uno de sus platos, Bosque, aparecerá en la carta del Restaurante MasterChef y la próxima estará a la venta su libro de cocina.

-Tras ganar el concurso, ¿le ha dicho adiós a los grifos?

-He aparcado la grifería y ahora estoy centrado en otro proyecto. En casa somos productores de aceite y de vino, y ahora ofrecemos jornadas gastronómicas en Lleida, en el Molí La Vansa de Lleida.

-¿Es otro negocio familiar, como el de los grifos?

Es un proyecto que mi padre arrancó hace años como 'hobby', luego pasó a ser un dolor de cabeza y ahora hacemos jornadas y eventos gastronómicos. Me apoyo en otro chef, y entre los dos hacemos un menú degustación y un maridaje de vinos y cavas. Allí hacemos turismo rural y vendemos aceite y vino que fabricamos nosotros mismos. Lo chulo es que la gente viene a cenar en el punto cero donde pasan las cosas, que es el propio molino. ¿Qué mejor kilómetro cero puede haber que cenar bajo el olivo que te ha dado el aceite?

-¿Es un proyecto que nunca habría cogido si no hubiera pasado por el programa?

-Es algo que siempre habría tenido en segundo término. Ya lo teníamos medio arrancado, pero nunca hubiera sido prioritario porque tenía mucho trabajo. Y ahora es una realidad. Mi día a día pasa por la gastronomía.

-¿Los 100.000 euros que se embolsó al ganar 'MasterChef' irán a parar ahí?

-Gran parte, aunque también invitaré a los amigos a una ronda. Y quiero ofrecer actividades gastronómicas de lo más auténticas y de proximidad con la naturaleza. Hay una cultura de los abuelos que aprovechaban todo lo que les daba el entorno para su día y día, y eso poco a poco lo estamos perdiendo, así que vamos a redescubrirlo y, de manera pedagógica, revertirlo en la gastronomía. Imagínate que puedes ir a un sitio en el que duermes en medio del bosque en una cabaña y después te enseñamos que todo lo que tienes en ese entorno lo puedes utilizar para así reconectar a la gente con la naturaleza.

-Es el concursante de esta temporada que se ha enfrentado a más pruebas de eliminación. ¿Pasar por tantos fosos le ha hecho más fuerte?

-Eso al final te curte. Es una putada porque sufres mucho y te comes la cabeza, pero es como todo, cuanto más entrenas más fuerte te haces. Si volviera a repetir la experiencia, ojalá pasara por 10 fosos, porque ahí es donde aprendes de cocina y de ti mismo.

-Usted ha demostrado tener mucho temple y seguridad, y ese convencimiento de que iba a llegar a la final hizo que le cayera mal a parte del público.

-Me hace gracia que a veces haya gente que se apunta a un concurso y digan que quiere que gane el de al lado. Yo he venido aquí a ganar. Seremos muy amigos, pero ahí dentro yo tenía claro que iba primero yo, y si no, no hubiera entrado. Si no crees en ti, nadie lo hará. Eso al principio se confundió con soberbia, con que iba de sobrado, pero yo soy como soy y al final creo que la gente me ha cogido cariño.

-Los jueces se peleaban por Fran, pero usted nunca fue el caballito ganador de ninguno.

-Mejor. He sido mi caballito ganador, y con eso era suficiente. Porque no tienes que cocinar para que Jordi Cruz o Pepe te digan que eres su favorito, sino porque a ti te gusta. Así que mejor que no me lo dijeran. El que se lo tiene que creer eres tú.

-¿Alguien le ayudó a diseñar el menú que le dio la victoria?

-Yo tenía muy claro lo que quería, que era reinterpretar platos que sentía muy míos: una coca de 'recapte' que es algo que he comido toda la vida en casa; un mar y montaña que me llevó más trabajo porque tuve que buscar la combinación del pichón con el carabinero, y la crema catalana, que para mí es uno de los postres que más me flipan. Había que darle otro enfoque, y quedó muy chulo. Fueron días de pensar, de darle vueltas, de prueba-error, de leer libros, preguntar a cocineros y de ver lo que era factible y lo que no se podía hacer.

-En el duelo final, Dabiz Muñoz le dijo que era el payés del siglo XXI.

-Puede ser... Nos hemos desconectado mucho de la vida de los abuelos, de conocer el origen de las cosas. Yo tengo amigos que ya no es que no sepan plantar un tomate, sino que no lo saben ni escoger. ¿Pretendemos comer bien y que las cosas tengan gusto, pero no sabemos ni las temporadas de los productos? Yo creo que está fallando algo.

-¿Hará un 'stage' con algún juez?

-Yo estoy abierto, trabajar no me asusta. Pero me gustaría también algo internacional. Si puedo hacer prácticas en Singapur, Brasil o Argentina, creo que el crecimiento es más bestia y más enriquecedor. El contraste es más grande.

-Ha sido el gran estratega en esta edición. Incluso tenía su 'blacklist', una hoja de ruta para llegar a la final.

-En la vida todos somos estrategas. Al final se trata de saber dónde quieres llegar y el camino que quieres seguir. Ser estratega no es malo, y por mucho que tengas una 'blacklist' el entorno es cambiante, pero luego tienes que enfocar hacia dónde quieres ir.

-A lo largo del concurso no ha explicado demasiadas cosas personales, pero en el último programa sí que le dedicó uno de los platos a su padre y a su madre, que cada uno había superado un cáncer. ¿Fueron su ejemplo para esta final?

--En casa he vivido dos canceres, y muy seguidos. Fue muy chocante con veintipocos años. Mi madre se levantaba cada día y decía: esto no podrá conmigo. Es esa actitud que tienes cuando está todo en contra y piensas que tú eres más que todo eso y puedes con ello, que si no lo intentas seguro que no podrás conseguirlo.

-La gran protagonista de esta temporada ha sido Ofelia. Les han acuado de hacerle 'bullying'.

-No es verdad. Ofelia es una chica muy intensa, tanto delante como detrás de las cámaras. Todos somos como somos y debemos sabernos llevar. Yo ha habido momentos que le he parado los pies, he dicho hasta aquí, tú a tu habitación y yo a la mía, nos calmamos y mañana volvemos a hablar, porque si no nos enganchamos y eso no es positivo para nadie. Hubo un momento que nos podíamos ni ver, y a día de hoy nos tenemos aprecio y estima. Yo creo que no se le ha hecho 'bullying' en ningún momento y si ves los vídeos y escuchas las conversaciones que tenemos ahora, son de cariño y comprensión entre todos. No hay malas formas.