Ana Rosa Quintana ha comenzado esta mañana su programa indignada después de que el denunciante por la agresión homófoba en el barrio de Malasaña admitiese que los hechos no habían ocurrido. El joven reconoció ayer a la policía que todo se trataba de una relación consentida y que no hubo ocho asaltantes que le marcaran el glúteo la palabra "maricón".

"Cometió un error para encubrir una infidelidad. Tiene 20 años. Él no es responsable de lo que ha pasado porque la policía lo hubiera resulto como un suceso más si no hubiera sido porque se ha metido la lucha fratricida política con una gran irresponsabilidad para generar odio hacia la oposición", ha comenzado diciendo la presentadora, que cree que el joven "ha sido utilizado vilmente. Me preocupa la estabilidad emocional de esta persona".

"Ni agresión homófoba, ni manada fascista. Fue fake. Todo olía raro. No encajaba nada, pero el ministro del Interior aprovechaba para dar los datos de delitos de odio puso el foco en esta denuncia para culpar a la oposición de los discursos de odio. Sánchez calificó el ataque de homófobo y convocó la comisión contra los delitos de odio", ha seguido narrando la presentadora en su monólogo inicial.

"El ministro dice que la denuncia falsa sea una anécdota. Marlaska ha conseguido que no sea una anécdota, porque lo ha convertido en un tour de comparecencias públicas", ha apuntado Ana Rosa, muy dura con el ministro de interior: "El ministro pedía que se respetase la investigación, algo que él no hizo. Convirtió la anécdota en categoría para convertir a Madrid en un territorio fascista donde hay cacerías de gays. Nada más lejos de la realidad"."El Gobierno ha usado como arma política una mentira y se ha convertido en un boomerang", ha sentenciado la comunicadora. Ya en la mesa de colaboradores, Ana Rosa ha querido matizar su discurso: "No podemos olvidar ahora que existen los ataques homófobos, como existen los maltratos a las mujeres". No obstante, durante una conexión con Axel Sarraillé, miembro de la asociación LGTBI Arcopoli, Ana Rosa ha rechazado el discurso del interlocutor, que defendía que los discursos de odio legitiman los actos violentos: "Yo, de verdad... Legitimar la homofobia en el siglo XXI es una cosa de otro siglo".