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La crítica de Monegal: ocultar a la mujer para prevenir el vicio

Cabeza, boca, mejillas, orejas, cuello, hombros, y todo el resto del cuerpo, cubierto con telas negras. Solo los ojos. Es lo único que les permiten enseñar

Presentadora de TV Afganistán (TVE-1).

Cabeza, boca, mejillas, orejas, cuello, hombros, y todo el resto del cuerpo, cubierto con telas negras. Solo los ojos. Es lo único que les permiten enseñar. Desde esta semana todas las presentadoras y periodistas que salgan en la tele de Afganistán, si no aparecen así, serán despedidas y convenientemente castigadas. Lo manda el poder talibán, concretamente el Ministerio de propagación de la Virtud y prevención del Vicio, que así se llama ese ingenio gubernamental.

Celebro que estos días casi todas las cadenas hayan hecho un hueco en sus informativos para alertarnos de lo que está pasando en Afganistán. De este país la tele habló en agosto de 2021. Fue cuando la caída de Kabul y la vergonzosa retirada de Occidente, ONU incluida. Afganistán fue unos pocos días actualidad televisiva. Desde entonces otras excitaciones más rentables han ido desplazando Afganistán del foco informativo.

No es solo que la tele vaya a golpes, es que cada golpe entierra al anterior y lo deja invisibilizado. La ocultación de la mujer para evitar el vicio es una formulación cafre y canalla. Pero cuidado, hay otros talibanes, aparentemente más civilizados, que también recientemente han renegado de los golpes de cadera de Chanel y la han dilapidado. Eso sí, al estilo occidental; pero apedreada al fin y al cabo.

En materia de reporterismo sobre la marcha hay mucho talibanismo rampante. En el telehipódromo nacional ya es habitual ver a reporteras que se acercan a políticos para preguntarles y quedan invisibilizadas, tapadas, reprimidas, por ‘bodyguards’ con aspecto de armarios. Andrea Ropero, la reportera volante de ‘El intermedio’ (La Sexta), ha sufrido últimamente diversas ‘talibanadas’. Tiene un estilo suave, respetuoso, pero sabe manejar la ironía con una precisión extraordinaria.

Ayer, en una rueda de prensa de la señora Ayuso, le pudo preguntar a pesar de los armarios: "Habla usted de feminismo machista ¿Eso es lenguaje del nuevo PP o del viejo Vox?". Entonces doña Esperanza Aguirre, que también andaba por allí, le espetó: "¡Ustedes son La Secta!". Y Andrea, sin perder la sonrisa, contestó: "Estaba usted mucho más cómoda hablando con Villarejo, claro". ¡Ah! No tardarán los talibanes en querer prevenir también el vicio de la fina ironía femenina. No les bastará mandarlas salir tapadas de arriba abajo. También será necesario amordazarlas.

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