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Pelotazo de Netflix

¿Por qué medio mundo devora la serie 'El juego del calamar'? Las claves de un éxito sin precedentes

La ficción surcoreana va camino de superar a 'Los Bridgerton' como la más vista en la historia del gigante del 'streaming'

Los icónicos antagonistas de ’El juego del calamar’, el fenómeno que ha pillado a Netflix por sorpresa.

No hace falta haber aplaudido con las orejas 'Parásitos', la película surcoreana que arrasó en 2020 y se llevó todos los premios de la industria, ni saberse las canciones de los grupos que lo petan del K-Pop, el género musical más visto en Youtube este año, por encima de la música urbana y no digamos el rock (a saber, NCT Dream o BTS), ni llorar con los últimos doramas (culebrones) del país asiático para entrar en la parrilla de Netflix y recalar en el tráiler de uno de sus últimos estrenos, 'El juego del calamar'.

Con un título estrambótico y un tráiler oscuro y con mucha violencia explícita, la serie creada por Hwang Dong Hyuk se ha convertido desde el 17 de septiembre en un éxito sin precedentes que ni el gigante del 'streaming' vio venir (es la serie más vista en casi 90 territorios en los que se ha estrenado). Ted Sarandos, codirector ejecutivo de la plataforma, hizo el anuncio hace una semana, y vaticinó que iba a superar el récord de 'Los Bridgerton'. "Es muy probable que sea nuestro programa más exitoso de todos los tiempos", aseguró. Sin que pareciera tener nada a su favor: actores asiáticos desconocidos para el gran público, no cotizar en ninguna famosa franquicia y ni siquiera contar con la maquinaria promocional de la cadena. 

Sin embargo, gracias al boca-oreja clásico, que luego han propulsado las redes, a un original argumento, donde se balancean a la perfección drama, suspense y humor negro, y a toda una galaxia de personajes y momentos antológicos e imágenes icónicas (y carne de 'memes'), 'El juego del calamar' se ha convertido en un fenómeno global que casi todo el mundo está viendo. Aquí van las claves del éxito.

Macabros juegos de niños y de supervivencia

El argumento de 'El juego del calamar' es tan pueril como retorcido y enigmático: un grupo de 'outsiders', excluidos del sistema, acuciados por las deudas, acceden a participar en un juego que les puede sacar de pobres (y ganar hasta 45.600 millones de wones; más de 32 millones de euros). Eso, si no pierden. Solo tendrán que sobrevivir a seis pruebas inspiradas en juegos infantiles universales y de origen coreano (el propio juego del calamar se popularizó en las calles del país en los años 70). Para empezar, el de la despiadada niña robótica de mirada sádica (primera imagen icónica, primer 'meme'), 'Luz verde, luz roja' (vamos, el viejo 'Escondite inglés') con el que queda inaugurada la primera gran masacre de la serie. De un plumazo caen abatidos más de la mitad de los 456 participantes. Quedan otros cinco juegos y otros ocho capítulos trepidantes. "La gente se siente atraída por la ironía de que los adultos sin esperanza arriesguen sus vidas para ganar un juego de niños", ha reflexionado en una entrevista el director.

Claras referencias cinematográficas

Desde hace unos años las ficciones surcoreanas están apostando por los juegos de supervivencia. El propio creador de la serie lo explica así en una entrevista con 'Variety': "En mis comienzos, pasaba apuros económicos y pasaba mucho tiempo en cafeterías leyendo cómics como 'Battle royale'. Me imaginaba cómo me sentiría si yo mismo participara en esos juegos. Pero los encontraba demasiado complejos, y por eso preferí usar juegos para niños". La idea es que se salve el más fuerte (como en 'Los inmortales'). La misma que subyace en otra referencia tan clara y popular como la de la saga de 'Los juegos del hambre'. Pero a diferencia de esta última, la serie no transcurre en el futuro ni es una distopía, aunque su estética sobreactuada y los gestos totalitarios recuerdan a este subgénero de la ciencia ficción. Sin ir más lejos los icónicos y 'memetizables' paseos por las escaleras 'escherianas', a lo Ághata Ruiz de la Prada, por la que desfilan- los participantes antes de cada prueba. También están más que claras las referencias iconográficas a otro 'hit' de Netflix como es 'La casa de papel', y sus monos rojos, o a la saga de terror de 'Saw', con psicópata megaloco que disfruta torturando a las víctimas. Tampoco hay que olvidar otra serie japonesa estrenada en Netflix este año, 'Alice in Borderland', basada en otro manga, y en la que sus protagonistas luchan por sobrevivir en un Tokio posapocalíptico.

Una imagen de la serie 'El juego del calamar'. Netflix

Crítica social, capitalismo y 'realities'

Sin la grandilocuencia del mensaje alambicado de 'Los juegos del hambre', en la trama de la serie subyace una feroz crítica al sistema y cómo este fabrica desheredados a destajo. Algo que también estaba presente en la biopsia social que era 'Parásitos', la película de Bong Joon-ho. "Quería escribir una historia que fuera una alegoría o una fábula sobre la sociedad capitalista moderna, algo que representa una competición extrema, algo así como la competencia extrema de la vida. Pero quería usar el tipo de personajes que todos conocemos en la vida real”, ha explicado Hwang Dong Hyuk. Hace una década que Seong Gi-Hoon, el protagonista interpretado por Lee Jung Jae, perdió el trabajo en la fábrica de automóviles donde trabajaba y ahora vive en casa de su anciana madre, a quien le roba la pensión para apostar en carreras de caballos que pierde sistemáticamente. No tiene ni para comprarle un regalo de cumpleaños a su hija, a quien no ve casi nunca, pues vive con su madre. Como él otros desesperados, machacados por la sociedad y con crisis de ansiedad, se lo jugarán todo a las canicas o estirando de la cuerda. Pero además de la crítica a nuestra sociedad de consumo y a las desigualdades entre ricos y pobres, 'El juego del calamar' es también un puñetazo a los 'reality shows' que triunfan en Corea del Sur y en el resto del mundo, y que cada vez buscan fórmulas más agresivas para enganchar a la audiencia a costa de personas de lo más variopinto y dispuestas a todo.

Una imagen del protagonista de la serie 'El juego del calamar'. Netflix

Imaginería icónica y mucho 'meme'

El guion dispone en cada capítulo de varios momentos con una estética icónica para difundir al por mayor en redes sociales en forma de imágenes, vídeos y 'memes' (¿qué mejor publicidad?). Por ejemplo, el comunista chándal verde con listas blancas y con el número en la solapa y en la camiseta interior, desde el 001 del participante más anciano al 456 del protagonista, da cuenta de la igualdad entre los competidores. Así lo subraya el juez del torneo. "Todos los participantes son iguales. Les estamos dando a ustedes, personas que han sufrido un trato injusto y discriminación en el mundo exterior, una última oportunidad de ganar una competencia justa". Los guardianes (el próximo disfraz de este Halloween) van con monos rojos que debieron sobrar de 'La casa de papel' y han sido tuneados con cascos de esgrima con casi todos los símbolos, menos la X, de la PlayStation, de la nipona Sony Interactive Entertainment. La niña robot del primer capítulo también es carne de 'merchandising', así como los ataúdes con lacito rosa, la isla donde ocurren los juegos, y los mensajes ocultos en las paredes donde se apilan las literas de los jugadores.

Una imagen de la serie que arrasa en Internet. Netflix

Sangre y casquería a espuertas

El espectador que se ha graduado en la gloriosa 'La batalla de los bastardos' (el noveno episodio de la sexta temporada de 'Juego de tronos', sí, también otra serie titulada con 'juegos') ya no usa la misma vara de medir para las muertes, la sangre y la casquería en pantalla. Ya todo le puede parecer poco, si bien aquí, desde el primer capítulo, con su aniquiladora versión del 'Escondite inglés', será un no parar de escenas de violencia explícita, con disparos y auténticas carniceras en la mesa de operaciones, a las que el espectador se acaba acostumbrando y hasta insensibilizando. Eso no quita que a esos momentos espeluznantes les sucedan otros de cuidada estética visual. Como el momento trampantojo de las escaleras, de vibrantes colores como los escenarios donde se desarrollan los juegos infantiles pero mortales, los planos generales simétricos y las originales perspectivas que busca todo el rato la cámara. Todo al servicio de llevar las emociones al límite, hasta alcanzar un giro inesperado al final de cada episodio. Y así querer ver un nuevo capítulo, y luego otro, y devorar de un tirón toda la serie.

Un fotograma de la serie 'El juego del calamar'. Netflix

Personajes espejo, como tú o yo

Otra de las virtudes de la serie es que es un relato intergeneracional, que conecta tanto con el público más mayor, el que jugaba en el recreo y en las calles a los juegos infantiles de la serie, como con gente de menos edad. Incluso la generación más joven que pueda sentir alienación y resentimiento contra el sistema también empatiza con los personajes, unidos por un sentimiento de derrota, desilusión y frustración. A pesar de trabajar duro no siempre se alcanza una buena universidad, un buen trabajo o buen sueldo. Aunque todos los personajes tienen problemas de dinero, cada uno proviene de diferentes sectores de la sociedad: el padre adicto al juego, el banquero que lo pierde todo en el mercado de valores, la desertora norcoreana que sobrevive de carterista, el desahuciado con cáncer cerebral, el poli infiltrado en pos de la verdad... Todos bastante arquetípicos, el bueno, el malo, la joven, el abuelo entrañable...

El actor Lee Jung-jae interpreta al protagonista de la serie, Gi-hun. Netflix

La interpelación como motor

'El juego del calamar' propone otro divertido juego paralelo, que no es otro que el que establece Hwang Dong Hyuk con el espectador según avanza la trama y se suman los dilemas morales de los personajes, que no son pocos. ¿Hasta qué punto son libres estos para tomar decisiones en un sistema asfixiante? ¿Serías tú capaz de matar para salvar tu vida o la de tu familia? ¿Podrías traicionar a tu mejor amigo o a alguien que te acaba de ayudar? Sembrar la duda entre la audiencia es también tenerla encadenada a la pantalla esperando la respuesta. Otro de los méritos de 'El juego del calamar', cuya primera temporada no cierra la puerta a una segunda, deseada por millones de fans, pero aún no confirmada oficialmente por Netflix. Lo que sí ha avanzado su creador a medios norteamericanos es que el parto de esa hipotética entrega tardará, pues aún no ha desarrollado ninguna continuación. Por avanzar alguna pista: comenzó a planear 'El juego del calamar' en 2008, se puso a trabajar en él un año después y tardó seis meses en escribir los dos primeros capítulos, que tuvo que rehacer varias veces.

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