Dicen los periodistas locales que venir a cubrir unos Juegos a Japón y no visitar el templo nacional del sumo equivale a pecado capital. Así que optamos por hacer pronto los deberes y buscamos sitio desde el primer día desde su reapertura en el Kokugikan Arena. Nadie quiere perderse cómo han reconvertido la sede del gran deporte nipón en el escenario para el boxeo en esta cita olímpica, así que conviene hacer reserva previa con la suficiente antelación. De hecho, en casi todas las sedes ocurrirá lo mismo. Por las medidas de prevención contra el virus, está acotada la presencia de informadores casi a la mínima expresión en cada deporte y cada momento. Lo mismo sucederá en la zona mixta, otras veces un hervidero de micrófonos y en esta ocasión un espacio reservado apenas para unos pocos micrófonos y grabadoras.

Pues bien, el Arena impresiona. Tanto que algunos lugareños lo consideran un lugar sagrado y lo llaman templo. Da igual la hora en que enciendas la televisión, que en Japón a todas horas hay sumo. El enclave impresiona y rodear su perímetro es realmente agotador. Cuando por fin accedemos a la tribuna de prensa, la primera reflexión es que las gradas estarían llenas si hubiera público. Y según relata algún plumilla nipón, hay quienes aún albergan la esperanza de que estos Juegos acaben con espectadores, el Ministerio de Salud abra la mano y, entonces sí, Tokio 2020 sea una fiesta.

Sede espiritual

El Arena Kokugijan, ubicado en Chome, es considerada la sede espiritual del sumo. Su interior fue diseñado con estricto cuidado en forma de cuenco para permitir que desde sus 7.300 plazas puedan contemplarse y apreciarse las luchas de sumo, sus mañas y sus detalles. En Japón hay tantos especialistas en esta disciplina como podría haberlos en fútbol en España. Pero el caso es que en esta cita olímpica aquí se celebra el boxeo, que toma cuerpo en el centro del auditorio sobre una lona azul.

Tan sagrado es el lugar que está repleto de advertencias. "Para pisar la moqueta, hágalo descalzo". Así que hay que ir sorteando el terciopelo rojo para ir moviéndose de un lugar al otro hasta encontrarnos con José Quiles, el primero de los españoles en debutar (y caer eliminado).

Probablemente la Federación de Boxeo esté entre las que mejor ha hecho los deberes para estos Juegos y la que más ha crecido en los dos últimos ciclos olímpicos. Samu Carmona estuvo a punto de dar la campanada en Brasil y ahora son cuatro estiletes los que comienzan esta semana su pugna por las medallas. Todo puede pasar con un cuadro tan abierto como interesante. En caso de coronar un éxito, lo harían en un lugar sagrado. Comprobado queda.