Si ya tiene mérito ir a unos Juegos, multipliquen para cuantificar cuánto cuesta ir a cuatro consecutivos. Si ya es una responsabilidad extraordinaria representar a un solo país, imagínense si se trabaja para tres a la vez. El pluriempleo y la pasión olímpica han hecho posible que el tinerfeño Javier Hernández (Santa Cruz de Tenerife, 1983) vaya a defender varias banderas diferentes en estos Juegos de Tokio. Que además, para él, serán los cuartos porque antes estuvo en los de Pekín, Londres y Río de Janeiro.

"Pues sí, parece mentira pero el tiempo pasa y van a ser los cuartos", explica en la bahía de Enoshima, subsede de la vela ubicada a varias decenas de kilómetros del centro de la capital nipona.

"Cuando eres niño, sueñas con ir a unos Juegos y ya sabes que, si lo consigues, va a ser una pasada. Pues imagínate estar en cuatro", verbaliza Javier, quien subraya que los pospuestos por la pandemia "van a ser muy especiales por todas las circunstancias y todas las dudas que han acompañado al movimiento olímpico durante 12 meses de espera". "Que se han hecho muy largos", admite sin rodeos.

"Este último año ha sido muy duro. Hemos ido a hacer algunos campeonatos, pero viajar con los aeropuertos vacíos y tantas restricciones era desesperante. Ahora, afortunadamente, ya los vuelos empiezan a ocuparse y todo vuelve a llenarse de vida", dice desde el optimismo. Su labor en esta cita olímpica no será la de competir por colgarse una medalla él, como intentó en 2008 y 2012. Su cometido será trabajar para otros.

"Sinceramente, lo que más me preocupa es que los chicos a los que entreno queden bien clasificados. Estoy muy centrado en que puedan atacar bien y sean rápidos; que no estén pensando en las restricciones ni en nada que les distraiga. La clave es ir visualizando todo, desde antes. Es cierto que no se puede estar en la calle, hay que ir del puerto olímpico a la Villa. Pero estamos en un deporte pequeño y que no está acompañado de todo el 'show' que puede haber en otras disciplinas", afirma Javier, que acompaña a los regatistas de Santa Lucía, El Salvador y Trinidad y Tobago.

Su historia llama tanto la atención que ya ha sido protagonista en varios medios nacionales y publicaciones especializadas en vela. Pero cuando se le pregunta por el origen de esta "locura" de entrenar a deportistas de hasta tres nacionalidades, lo explica con absoluta naturalidad. "Yo estudié Actividad Física y me motivaba mucho la preparación de los atletas. Tras Londres 2012 ayudamos a reflotar la vela en El Salvador y así empezó mi carrera como entrenador 'freelance'. Gracias al trabajo que los chicos hacen, han mejorado un montón y el trabajo se ha multiplicado. Mi mayor satisfacción es que vean a Tenerife a entrenar y descubran todas las bondades de nuestra tierra", concluye.

"El orgullo mío, como chicharrero, es inmenso". Ninguno de sus pupilos parte entre los favoritos al podio, pero Javier ya sueña con que puedan visualizar el metal que a él se le resistió. Según dice, su particular medalla es seguir pudiendo disfrutar de unos Juegos Olímpicos.

Su proyecto para Tenerife

"Cada vez hay más gente en el agua", celebra Javier sobre la actividad náutica creciente en su Tenerife natal. "Hay clubes en el sur que quieren meter vela y lo que falta es una gran marina en la capital. Tenemos muchos puertos ya hechos, pero ya le he dicho a algunos políticos que uno de nuestros cuatro muelles santacruceros deberían ser una marina. Se daría mucho trabajo a mucha gente en los puertos que ya están hechos. Lo que habría que hacer es darles vida", añade. Y es que la Federación cada vez tiene más inscritos en vela.