Lorena Llamas la recuerda perfectamente porque fueron compañeras en un equipo femenino que se llamaba Frigoríficos Costa Brava-Naturalium. “Tenía alquilada una habitación a una señora en Arenys de Mar”. Y el conjunto catalán le dio a la nueva campeona olímpicaAnna Kiesenhofer, la oportunidad de debutar en el pelotón ciclista en 2016.

Llamas, de Igualada, era la mejor corredora catalana. Este domingo mientras entrenaba en bici atendió a este periódico por teléfono. “Anna disputaba duatlones y triatlones mientras estudiaba en la Universidad de Barcelona. Empezó a correr con nosotras y enseguida destacó. Pero tenía un problema. No le gustaba ir en pelotón”, añade Llamas, que dejó el ciclismo profesional y el equipo Movistar en 2019.

Keisenhofer llegó a mediados de la década pasada a Cataluña. Quería doctorarse en matemáticas, en geometría, y encontró una habitación en Arenys de Mar. Todos los días acudía a la Universitat Politécnica de Barcelona. “Hablaba perfectamente castellano y hasta catalán, pero estoy segura que se le habrá olvidado”, explica Llamas entre risas.

Venía de estudiar en Inglaterra donde se hartó de la lluvia y de no poder salir en bici cuando quería. Hasta que el conjunto gerundense le dio la oportunidad solo había estado en marchas cicloturistas. Curiosamente, como obtuvo licencia catalana, llegó a correr con la selección catalana. “Tengo la licencia en Catalunya, y como llevo más de dos años aquí, parece que puedo ir con ellos. También puntúo en los campeonatos de Catalunya a pesar de ser austriaca”, explicaba en una entrevista a Carlos Villalba. En 2016.

“Nosotros la intentamos fichar. Pero no nos dio siquiera la oportunidad de empezar a negociar. Dijo que no, que no quería correr como ciclista profesional porque temía ir en el pelotón. Pasaba mucho miedo. Tiene pánico a ir en grupo”, añade Jorge Sanz, director deportivo del Movistar y técnico de Annemiek van Vleuten, la famosa neerlandesa, y una de las grandes favoritas, que se colgó la medalla de plata y que cuando llegó a meta creía que era campeona olímpica porque no sabía que Keisenhofer había ganado. “Corrían sin pinganillo y por eso no sabía que había una fugada. De todas maneras ha sido un error que el equipo neerlandés le haya dado tanto tiempo a Keisenhofer”.

Cuando Anna Keisenhofer terminó su doctorado se marchó de Catalunya y se instaló en Lausana, tal vez para estar cerca de estos aros olímpicos que conquistó en Fuji, con la italiana Elisa Longo, otra ilustre del pelotón, como bronce, y la mallorquina Mavi García en la 12ª posición.

Con la ciclista catalana Lorena Llamas (a la izquierda) en su etapa con el Frigoríficos Costa Brava.

Mientras corrió con el Frigoríficos Costa Brava ganó la Copa de España. Era la que más destacaba rodeada de jóvenes promesas catalanas como Paula Paredes, Beatriu Gómez, Irene Pijoan, Cristina Navarro y por supuesto Lorena Llamas. Y se fue a Francia, al Tour del Ardèche, “la única carrera internacional que corre porque es de montaña y apenas se va en pelotón”, cuenta Sanz. Y allí, en la etapa reina, que terminaba en el Ventoux, también se escapó para coronar en primera posición el ‘Gigante de la Provenza’. Quizá su miedo a rodar en grupo venía dado por una grave caída que sufrió en la carrera francesa.

Oportunidad en Bélgica

El Lotto belga en 2017 le dio la oportunidad de debutar en uno de los grandes equipos del pelotón pero solo aguantó un año. Seguía viviendo en Arenys pero ya había decidido que solo participaría en pruebas de contrarreloj como integrante de la selección austríaca, hasta que llegó a los Juegos de Tokio para escaparse de entrada y combatir así su temor a verse envuelta en una caída masiva.

“No sé si puedo mejorar mucho o si ya he llegado a mi nivel máximo, que no lo creo. Si puedo mejorar más, me gustaría esta con las mejores ciclistas. Siempre me gusta dar el 100% y siempre aspiro a lo máximo, aunque soy consciente de que es muy difícil”, decía Keisenhofer en la misma entrevista de 2016.