No nos engañemos: ya hoy, miles y miles de personas tienen activada su fecha de caducidad, son los futuros muertos, mutilados, huérfanos, enfermos... Son los que tienen como único destino el que les reservan George Bush y sus serviles seguidores.

Que un presidente de Gobierno se convierta en el principal jefe de ventas de la multinacional armamentística y petrolera debería provocar alguna reacción en el ánimo de la sociedad; pero el ciudadano no tiene las herramientas para replicar.

La sociedad cada vez es más sumisa. Pero algún día se tendrá que poner a reflexionar por qué no nos sentimos más corresponsables de los errores y desmanes de los gobiernos que hemos votado. Solamente de esta forma determinadas acciones no quedarán impunes, como ahora ocurre.