Impulsora de iniciativas casi pioneras en el estado español como los 40 voluntarios que controlan el tráfico en los accesos a los colegios de la ciudad, el voluntariado de museos, como se hace en Florencia y Roma, o el acompañamiento de enfermos en el Hospital Provincial, hacen de Marisa Ribes, concejala del Ayuntamiento de Castellón, un personaje clave para nuevas formas de ocio y cultura para clases pasivas.

Dialogante y sencilla, trabajadora incansable y evitadora de conflictos, la edil huye de protagonismos mediáticos y se suma a la convivencia fraterna con colectivos (tercera edad, comerciantes, jubilados) a quien entrega el valor intransferible de la amistad y la sonrisa.

Milita en el PP desde 1985, cuando el partido se llamaba Alianza Popular y quedaban lejos aún las banderas de victoria electoral. Fue fundadora de Mujeres Conservadoras, primigenia denominación de Mujeres Demócratas, y en calidad de presidenta de la Asociación de Amas de Casa, fue fichada por Víctor Falomir para ocupar el número tres de la lista de Gimeno en 1991. Una incorporación que tuvo su rédito electoral.

Desde su despacho de concejala, abierto a todos, vitalista y entrañable, recia y ténue, afronta los últimos meses de legislatura municipal con sus obligaciones bien hechas. Sabe que todavía tiene que desplegar una incesante actividad con voluntarios y comerciantes, entre otros.