El día en que murió Terenci Moix dudé cuándo supe de él por vez primera. Debió de ser a comienzos de 1969. Acababa de regresar a Barcelona, después de años, y me había embarcado en la preparación de unas oposiciones que casi me aislaban del entorno. Uno de mis pocos canales de comunicación con el exterior era el diario Tele-Exprés, para mí inolvidable. En él leí --conocí-- a Manuel Vázquez Montalbán, a Joan de Sagarra y a otros muchos. Entre ellos, a Terenci Moix, que atravesaba por entonces una etapa de protagonismo emergente. El primer libro que leí de él fue El día que murió Marilyn. Tengo delante, mientras escribo, la edición castellana de Lumen, cuyas páginas ya comienzan a estar amarillas. Fue, en aquella Barcelona y en aquellos años, un libro distinto. Muy distinto. Me gustó. Por ello fui hacia atrás y leí sus dos obras anteriores: Onades sobre una roca deserta (Olas sobre una roca desierta) y La torre dels vicis capitals (La torre de los vicios capitales). Tiempo después, terminé mi tarea y me fui otra vez de Barcelona. Mantuve durante años mi interés por Terenci gracias a sus libros sobre cine, lo preservé pese alguna novela posterior, y lo incrementé gracias a

Manuel Vázquez Montalbán,Joan de SagarraTerenci Moix,El día que murió Marilyn.Onades sobre una roca desertaLa torre dels vicis capitalsTerenciEl peso de la paja,