Es probable que en la historia moderna de la moda no exista un éxito tan persistente, y tan generalizado, como el de los pantalones que llamamos tejanos. Es una aceptación que ha pasado de una generación a otra y que ninguna clase social ha rechazado. Naturalmente, desde aquellos históricos Levi´s, el producto ha evolucionado, han aparecido nuevas marcas, los modelos se han diversificado. Pero la identidad tejanos se ha mantenido.

Yo conozco una historia del nacimiento de los Levi´s. No sé si es cierta. Cuando un invento se hace famoso, no es extraño que despierte mitos. Con las personas sucede lo mismo. En cualquier caso, la versión que yo tengo es ésta: un hombre que se decía Levi, en los tiempos del lejano Oeste, tuvo la idea de fabricar un tejido excepcionalmente sólido para que los cowboys confeccionaran sus tiendas. Al obtener las primeras piezas, se marchó al Oeste para presentar orgullosamente su invento.

Pero la novedad de los blue jeans no fue bien recibida por los posibles clientes. Le dijeron: "Mire, señor Levi, cuando vamos arriba y abajo, nos basta con un lecho de hierba para echarse a dormir. Con sus tiendas no va a hacer un buen negocio. Pero si se decidiera a fabricar pantalones que resistieran el desgaste que provocan las sillas de los caballos, estamos seguros de que vendería muchos..." La continuación de la historia, ya es conocida.

El señor Levi pensaba hacerse rico con la idea de una tienda. Eso no funcionó, pero nadie le habría dado una buena idea --la de los pantalones-- si él no hubiera tenido una idea equivocada. Me parece muy importante aceptar esto: un error no siempre es inútil. Y también "pensado" al revés: ese trabajo que nos parece inútil no siempre es un error. Levi tuvo suerte, porque la idea de la tienda era equivocada, pero tenía el material para convertirla en buena para él mismo. En beneficio propio. No siempre ocurre así. A veces, la idea que tiene alguien resulta positiva, sobre todo para otro.

No nos escandalicemos. A menudo, este otro somos nosotros.