Mientras que las tropas norteamericanas ya han iniciado su ataque sobre Bagdad, las fuerzas de la coalición todavía no han tomado ninguna de las demás principales ciudades de Irak. Tienen el desierto y las áreas rurales muy controladas, pero las ciudades han sido circunvaladas. Se ha impuesto el miedo por las víctimas en la lucha urbana. Fuentes militares norteamericanas sugieren que hay un plan para tomar la moderna ciudad de Bagdad a través de sus principales avenidas, evitando la densa y peligrosa ciudad antigua.

Pero dejar al resto de ciudades detrás no deja de ser un riesgo, pues siguen representando una amenaza para la larga línea de comunicaciones establecida desde Kuwait. Se apuesta por tomar Bagdad rápidamente y se supone que luego el régimen se desmoronará en todo el país. Basora y las demás ciudades que se han rodeado permanecen bajo control iraquí. ¿Pero de qué iraquís?

Los viajeros que llegan a Bagdad desde el sur de Irak dicen que el aparato del partido Baaz sigue teniendo el 90% del control en Basora, Nasiriya, Hilla y Kerbala. Aunque en Um Qasar, el principal puerto de Irak, el Baaz ha perdido el control, la policía ha huido y los combates y bombardeos han destruido o dañado la infraestructura industrial y municipal. Allí las fuerzas británicas y norteamericanas están menos interesadas en restaurar el orden que en autoprotegerse de los ataques y los hostigamientos de las tropas o los militantes disimulados entre los civiles o que visten ropas de paisano. Un portavoz del Ejército británico replica cuando le preguntan sobre el desorden reinante: "¿Le parece que tengo aspecto de policía?". Los equipos civiles del Ejército están preparados para restablecer los suministros de agua y electricidad, pero no para ocuparse del caos.

Los estrategas de EEUU, al oír los sueños e ilusiones de los políticos iraquís en el exilio, se han convencido de que el ejército invasor sería recibido por masas felices y contentas, con las estructuras cívicas todavía intactas. Como el ya célebre Richard Perle, los oficiales estaban convencidos de que el régimen de Sadam Husein "se derrumbaría en cuanto oliesen a pólvora". Como el mismo presidente, creían que sus instintos eran mejores que el conocimiento real de Irak; o, en realidad, de los campos de batalla.

Declaradamente tenaces e inflexibles, podrían haber leído a Carl von Clausewitz, que escribió que "los filántropos fácilmente pueden imaginar que hay un método hábil para desarmar y vencer a un ejército sin causar gran derramamiento de sangre. Es un error que debe ser extirpado; en cosas tan peligrosas como la guerra, los errores que proceden de un espíritu de benevolencia son los peores".

Los dirigentes neoconservadores piensan en sí mismos en términos filantrópicos y han conseguido convencer de ello a otros en Washington. Creen que están llevando la democracia y la tolerancia a Irak, y después harán lo mismo con el resto del eje del mal señalado por el presidente. Si es necesario, de nuevo por las armas. Sean cuales sean las intenciones, la consecuencia inmediata de la actuación de Washington es el caos. A los neoconservadores les gusta citar al economista Joseph Schumpeter y su destrucción creativa, como si esta frase, que pretende describir un proceso en el desarrollo del capitalismo, fuera una declaración de una veracidad absoluta y garantizara que la destrucción produce creación. Y no es así.

Una de las muchas cosas curiosas por las que se cita al presidente George W. Bush en el libro de Bob Woodward Bush en guerra es porque parece ser que dijo: "Nuestra estrategia en Afganistán es crear el caos, crear un vacío". Fuera del caos y el vacío estaría el bien. Esto tiene resonancias de convicciones trotskistas sobre el efecto constructivo de la revolución permanente. También tiene otra resonancia religiosa y apocalíptica de interés, pues algunos dicen que el presidente Bush ve su mandato en el contexto de la narrativa bíblica del fin de nuestros días. Ciertamente piensa que EEUU es el arca de salvación del género humano.

Woodward acaba su libro con otra cita del presidente, inquietantemente oportuna: "Exportaremos muerte y violencia a los cuatro puntos cardinales de la tierra en defensa de nuestra gran nación".