En la historia del golpe de Estado del año pasado contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se suele retener más la fecha de su inicio --el 11 de abril-- que la de su fracaso 48 horas después: el 13 de abril. No obstante, ese día la democracia obtuvo una victoria histórica sobre una oposición-granuja desprovista de escrúpulos democráticos.a imagen de EEUU, que actualmente se comporta en Irak como un Estado-granuja (rogue State) violando abiertamente la legalidad internacional. ¿Por qué se puede hablar de oposición-granuja en Caracas y quiénes la componen exactamente? En cualquier otra parte del mundo parecería surrealista una coalición, con los grandes medios de comunicación como punta de lanza, en la que se mezclan la confederación patronal Fedecámaras, los dirigentes elegidos fraudulentamente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela y los vestigios del Partido Acción Democrática, barrido por los electores al mismo tiempo que su clon democristiano COPEI (tan corrupto como el primero) en unas condiciones muy parecidas a las de la operación Manos Limpias que hiciera desaparecer a la Democracia Cristiana italiana.

Sean cuales sean las críticas que finalmente se le puedan plantear a Chávez, hay dos hechos incontestables: la Constitución bolivariana de 1999 fue aprobada con el 80% de los sufragios y Chávez fue reelegido en el 2000 con el 60%.

Pocos dirigentes políticos pueden invocar tal grado de legitimidad democrática. ¿Se están violando las leyes en Venezuela? Sí, e ininterrumpidamente desde hace dos años por parte de una oposición que, en lugar de atenerse a los plazos constitucionales para intentar acceder al poder, organizó un golpe de Estado en abril del 2001 y posteriormente una huelga cuasi insurreccional a finales del 2002, tomando como rehén al principal recurso económico del país: el petróleo. Lo que en ambos casos llama la atención es la extraordinaria campaña de desinformación que, particularmente en España, ha intentado convertir a la víctima en verdugo.

Anticipando en cierta manera la vergonzosa alianza de Aznar con la Administración de Bush en la cuestión iraquí, el embajador español en Caracas se apresuró, con su colega estadounidense, a reconocer de facto al presidente títere Pedro Carmona, impuesto por los traidores. Puede decirse que estaba cumpliendo con su rol ideológico como adversario de Chávez, en la medida en que éste último no ocultaba su hostilidad hacia el neoliberalismo. Mucho más desconcertante fue la actitud del PSOE que, por mediación de Felipe González, también aplaudió el golpe de Estado. ¿Por qué esta asombrosa complacencia? Las malas lenguas lo atribuyen a la generosidad mostrada por el expresidente adeco Carlos Andrés Pérez (gran amigo, por otra parte, de González) en los años 70, cuando estaba en el poder, con dicho partido. Y Carlos Andrés, que después tuvo que huir de Venezuela a causa de su implicación en asuntos de corrupción a gran escala, es un adversario feroz de Chávez, hasta el punto de que su secretario particular fue portavoz de los golpistas de abril.Se conseguía así una conmovedora unanimidad de gran parte de la clase política española.

La posición del PSOE y de la Internacional Socialista (de la que AD también forma parte), y la hostilidad de Washington, han influido mucho en la cobertura que se ha dado al caso de Venezuela, pues algunos medios también estaban vinculados con grupos de comunicación de este país. Su impacto también ha sido político: así, la dirección del PS francés se abstuvo de condenar el golpede Estado, algo que le reprochan los dirigentes de las corrientes opositorasen la perspectiva de su próximo congreso. En este contexto, Chávez, que en ningún momento se ha salido de la legalidad, es acusado de ser un dictador o un autócrata, mientras que sus adversarios, algunos de los cuales han llegado a justificar de antemano su asesinatoy a sabotear las estructuras petrolíferas, se acogen a la etiqueta de demócratas.

Sin embargo, Chávez volvió al palacio presidencial de Miraflores apenas dos días después de que le hubieran echado. Y posteriormente consiguió restablecer el control del Estado sobre la compañía nacional Petróleos de Venezuela, cuyo nivel de producción ha vuelto a ser el de antes de la huelga de sus cuadros. ¿Cómo? Simplemente gracias al apoyo popular. Millones de ciudadanos salieron espontáneamente a las calles del país el 13 de abril, llegando a poner cerco a los cuarteles para reclamar el retorno de su presidente.

Este apoyo fue determinante para animar a los militares leales a exigir a sus homólogos que liberaran a Chávez, aunque sin duda alguna estos últimos tenían intención de matarle. El eslogan un pueblo unido jamás será vencido, que a veces reviste cierta ingenuidad, resultó ser exacto en estas circunstancias. Actualmente se está conmemorando en Caracas esta victoria de la democracia, en el Foro Mundial de Solidaridad con la Revolución Bolivariana, con la participación de numerosas personalidades extranjeras. Las conferencias, mesas redondas y testimonios recuerdan un poco a Porto Alegre. Es decir, que la Venezuela bolivariana ya no está sola, pues en lo sucesivo forma parte de las inquietudes de los movimientos antiguerra y antimundialización liberal.