La neumonía atípica asiática (SARS) rompe moldes también en el ámbito de la información. La censura del Gobierno chino propició su desarrollo, y, sin embargo, ahora la información se reproduce a la misma velocidad que el virus. "De forma similar a lo sucedido con la información de la guerra en Irak, asistimos a lo que podríamos denominar como epidemia en directo., decía en El País Antoni Trilla, epidemiólogo en el Hospital Clínic de Barcelona.

Tanta inmediatez tiene sus riesgos: "Los epidemiólogos trabajamos casi siempre en condiciones de incertidumbre, y una regla de oro que no debemos olvidar es la distinción entre lo que sabemos (hechos), lo que creemos (hipótesis) y lo que podemos probar (evidencias)". Pero también sus ventajas: "El intercambio de información y colaboración internacional han contribuido a acelerar la obtención de resultados en las investigaciones básicas y a mejorar su control".

Mientras, la cultura universal está herida de muerte, y para esto no hay remedio. Así lo veía el académico Francisco Nieva, en La Razón: "Si el arte es fundamental en la identidad de pueblos y civilizaciones, su brutal destrucción es una herida en las entrañas de la cultura universal. No ha sido menos bestia Bush contribuyendo a la dispersión del Museo Arqueológico de Bagdad que los talibanes destruyendo las macroesculturas de Buda. Bush ha comenzando machacando lo que quedaba de Babilonia. ¡Ahí es nada!".