Ya está. Las gentes de izquierda aberzale no van a concurrir, legalmente, a la pugna electoral del 25 de mayo próximo. AuB y la gran mayoría de asociaciones de electores serán deslegitimados. Recurrieron a la firma, con nombres y apellidos concretos --entre los que no estaba el mío, por cierto-- de más de 80.000 personas, algo así como el 5% del electorado potencial, muy por debajo del real, del País Vasco y de Navarra. El Gobierno español, con el apoyo de la justicia, ¡ay! cada día menos independiente, va a conseguir que esos electores no tengan representación en las próximas corporaciones municipales y territoriales. Grave error.

No voy a entrar, por incompetente, en los entresijos de la justicia. Sólo sé, y así quedará para la historia, que, no pudiendo acabar con la ley en la mano (Código Penal de 1995, que tampoco es tan lejano) con la impunidad de los hechos delictivos de las gentes próximas a ETA, decidieron cambiar la ley para que los votantes de HB, incluso los que condenaban la violencia de ETA (sotto voce, ciertamente), la inmensa mayoría según todas las encuestas, no tuvieran derecho a ese voto. Hicieron una ley ad hoc. Más del 90% de la población española, guiada por los responsables de los partidos mayoritarios, está de acuerdo con este proceder. Yo estoy en el 10% restante.

No quiero entrar en el cortoplacismo de contar el cómputo de esos votos que no se expresan, o van al voto nulo. Sin embargo, es fácil avanzar los comentarios y análisis del 26 de mayo. HB dirá --sea cual sea el resultado-- que no han sido elecciones democráticas porque no han podido legalmente presentarse. Claro que los votantes constitucionalistas de PP y PSE-PSOE dirán lo mismo --de nuevo, sea cual sea el resultado final-- por la execrable presión que ETA ejerce sobre sus representados. Por cierto, que desde Gesto por la Paz hemos agradecido públicamente su presencia en las urnas entre el silencio casi total.

PNV-EA lo tienen más incierto, salvo que la campaña anti-HB (insistiendo que ETA es HB, y el PNV-EA su cobijo, por ejemplo) se torne resueltamente a su favor, resucitando así el modelo de campaña insultante del 13 de mayo de 2001. Pero, como entonces, el resultado electoral no está en sus manos. Entonces ganaron las elecciones por la torpeza del PP, el seguidismo ciego del PSOE y la clarividencia de Ibarretxe. Sospecho que también en esta ocasión, y una vez más, será cierto que las elecciones se ganan de rebote, más por errores del adversario que por virtudes propias. Aun sin la rotundidad de mayo de 2001.

Los electores de la izquierda aberzale recibirán la consigna del voto nulo. Lo que pase después es imprevisible. Muy probablemente acudan al Tribunal de Estrasburgo y a todas las instancias internacionales que puedan. Quizá vicios de procedimiento u otras consideraciones legales, que se me escapan, pueda hacer que acaben ganando en Estrasburgo o en Washington lo que perdieron en Madrid. Lo que me parece seguro, en todo caso, es que han ganado en Euskadi. Éste es el gran triunfo de ETA, hasta el punto que ya no necesita matar para situarse en el centro del escenario político.

Lo que no se había conseguido durante tantos años, la mayoría absoluta del PP, con la incomprensible ceguera del PSOE y la ayuda mediática madrileña, lo ha logrado en una sola legislatura: inocular en muchos españoles que Euskadi busca la secesión, que el nacionalismo apoya, directa o indirectamente, a ETA; y, entre los vascos, aumentar el porcentaje de los que se sienten vejados, insultados y, en número cada día mayor, diciéndose con violencia en su fuero interno que sí, que si hace falta, ellos también optan por la independencia. Además, ETA ha logrado deslegitimar, para muchos nacionalistas, el sistema democrático, uno de sus empeños revolucionarios.

Ya sé que a esto lo llaman victimismo, pero se equivocan. Es hartazgo, otro hartazgo más que debe sufrir el común de los vascos no ideologizados. Primero hartos de ETA, de HB, de la kale borroka; y ahora hartos de que les traten como tontos en las televisiones y tertulias cada vez que hablan de ellos los Aznar, Michavilla, Acebes, Arenas y su coro mediático. Sí, nunca Euskadi ha estado tan lejos de España como ahora. ETA se frota las manos, tapa agujeros, descansa y se prepara.