El intervencionismo del Gobierno del Partido Popular en las grandes operaciones financieras rompe todos los esquemas de juego limpio del liberalismo económico que dice defender. Acaba de repetirse con Antena 3 TV. Posibles compradores tuvieron que desistir ante discretos avisos de que no tenían la bendición gubernamental para adquirirla. Hay otro factor: el apoyo de la Moncloa no depende de criterios claros y públicos. Por todo ello crece la convicción de vivir en un falso liberalismo en el cual el Gobierno condiciona los movimientos financieros a factores como la afinidad política, la confianza personal o las promesas de futura obediencia.

Cataluña llora el freno a la expansión de Gas Natural. Predomina la interpretación de que el modelo de Estado que propugna Aznar nunca dejará de recortar el poder periférico, tanto en lo político como lo económico. Pujol volvió a lamentarlo ayer mismo. Pero cabe preguntarse si el pujolismo ha actuado estratégicamente bien frente a eso, deshaciendo recelos, en su largo mandato. O si, atendiendo a pulsos menores, ha facilitado a veces el camino al PP, como cuando pactó las recientes intervenciones del poder político para tocar desde fuera los calendarios de La Caixa.