Cuando Lula fue nombrado presidente de Brasil generó tanta esperanza e ilusión como escepticismo y desconfianza. Ahora, cuando hace cuatro meses que está en el poder y los indicadores económicos le son positivos, cuando tiene que empezar a tomar decisiones duras si algún día quiere cumplir sus promesas, se encuentra con que muchos escépticos empiezan a confiar en él y que las críticas más duras las recibe desde donde menos lo esperaba, de las filas de su propio partido. Dicen que lo que diferencia a la derecha y a la izquierda cuando llegan al poder es la facilidad que tienen los primeros para unirse y los segundos para pelearse. Espero que Lula haga que, en este aspecto, Brasil sea una excepción.