En el Abc, el filólogo Xavier Pericay respondía ayer a la instalación de un monumento en memoria a las víctimas del bombardeo franquista que causó una masacre en la Gran Vía de Barcelona. Pericay recela del mantenimiento de las movilizaciones iniciadas con motivo de la guerra de Irak. "No sé por qué, pero me da la impresión de que no es esta guerra lo que colea. Entre quienes ampararon esos movimientos con su prestigio intelectual, profesional o artístico, figuran muchos de los que perdieron la guerra. Pero no sólo ésta --que también-- sino sobre todo la otra, la del 36 (...) Son los herederos del PSUC de aquellos años, que siguen convencidos de que la verdad estaba de su lado. Tal vez habría que recordarles que (...) en el número 24 del Portal del Ángel, donde se halla actualmente Zara, tuvieron los comunistas catalanes entre 1937 y 1939, mientras Barcelona era bombardeada, su checa principal. Lo digo para que vayan preparando el monumento. Y la lápida".

En el suplemento Babelia, de El País, Ignacio Echevarría denuncia otra guerra, literaria. La del "tinglado de los premios literarios", que en España tiene "consecuencias perversas" sobre los "mecanismos de renovación y de saneamiento" de la narrativa española. Empezando por el hecho de sean las propias editoriales las que en este país dan los galardones comerciales, "amañados, concertados de antemano, ya sea con el autor mismo, ya sea con su agente", y que, a pesar de que "han ido rebajando sus cuotas de probidad y exigencia", no han tenido una alternativa digna en los premios Nacional y de la Crítica.