En Francia hay tres instituciones que convierten las figuras literarias en clásicos: la Academia, la Sorbona y la biblioteca de La Pléiade. El escritor Georges Simenon, ya fallecido, ha entrado en esta colección y ha quedado reconocido como un "clásico moderno". Nacido en Bélgica y novelista en lengua francesa, tuvo un gran éxito popular en vida gracias a las novelas protagonizadas por el inspector Maigret y a otras más complejas.

El éxito estuvo acompañado por el desprecio de los críticos y lectores que tenían una idea muy elevada del arte de la novela. Simenon era visto más como un fenómeno que como un escritor. Es cierto que había periodistas y autores tan prestigiosos como Céline, que le admiraban. Gide fue rotundo: "Simenon es un gran novelista; quizá el mayor y el más realmente novelista que hoy tenemos en la literatura francesa".

Pero en los círculos de Saint-Germain-d¨s-Prés consideraban que una reputación alcanzada con novelas de intriga policíaca era un pecado imperdonable. Y ahora resulta que 21 novelas de Simenon --reunidas en dos volúmenes-- han sido consideradas dignas de entrar en la prestigiosa colección de La Pléiade. Una tercera parte de los títulos elegidos son maigrets. Muchos críticos veían que Simenon publicaba demasiadas novelas --centenares--, que se repetía, que no todas tenían valor. Aunque al parecer no veían que algunas eran muy buenas. A menudo, la cantidad dificulta la visión de la calidad, que es lo que hay que saber descubrir. Lo mismo ocurre en el campo del arte, la música, la arquitectura. Parece que el artista tenga que ausentarse --muriéndose o dejando de producir-- para que su constante presencia no moleste y así seamos capaces de mirar más serenamente todo lo que de bueno ha hecho.

Admiro a Simenon porque sólo con palabras crea ámbitos donde aparecen todos los sentidos: olores, gustos, imágenes, tacto y sonidos. Magia de la literatura.