Cuando escribo estas líneas, el domingo no ha terminado, las urnas no han cerrado y, por ello, desconozco el resultado electoral. No sé, pues, lo que va a pasar. Sin embargo, cuando ustedes las lean será lunes y, como es de esperar, ya contemplará n el veredicto final del pueblo. Ya sabrán como se han resuelto algunos de los enigmas y duelos de esta campaña. Así, por ejemplo, conocerán si en Madrid, la Trini, la sociata con chupa y acento andaluz, le ha ganado a su primo, al modosito y bien visto Ruiz Gallardón. Tendrán claro, por fin, si a pesar del esfuerzo y del continuo dar la cara de Ignacio Subías, el siempre ausente alcalde Gimeno continuará estando presente. Incluso, conocerán si en la Vall, la tierra donde el rojo adquiría su significado, el populista Aparici ha caído bajo la capa de Pepe Tur. En cualquier caso, ustedes poseen hoy, lunes, los datos que en estos momentos me faltan y me intranquilizan.

De todas formas, en estos instantes, cuando aún desconozco el futuro y la realidad no me ha sorprendido. Cuando aún es tiempo de ilusiones, permítanme que formule el deseo de ver la victoria --me refiero global y no pueblo a pueblo-- del PSOE. Tal vez, porque soy de izquierdas. O, simplemente, porque como Zapatero soy del Bar§a y nos une el sufrimiento y el dolor. Pero, fuera de bromas, reclamo esa conquista porque la coherencia en la política necesita que exista relación entre lo que se hace y los votos que se reciben a cambio. Quiero decir que, no hace mucho, algunos del PSOE se acercaron a la corrupción y la gente les retiró la confianza. En estos últimos tiempos, es evidente que el PP, en el País Valenci y en España, de distribuir injustamente los recursos sociales, al abandonar los sectores productivos más dinámicos y los servicios públicos, al incrementar la deuda, han creado una enorme hipoteca económica y social. Es más, han fracasado en la solución de aquellos problemas --inseguridad, austeridad...-- que, según ellos, justificaron. Su proyecto. Esa es la grandeza de la democracia: siempre cabe la esperanza. ¿Qué será?