La Religión puntúa. El Ministerio de Educación así lo ha decidido y Luis María Anson (La Razón) es de los que aplaude tal iniciativa. Tanto, que hasta le hace una concesión a Pilar del Castillo: "Como carece de ideas permanentes todo le es igual", dice, pero "en el debate de la religión tiene toda la razón". Y añade: "Sustituir su conocimiento por el parchís es una aberración tan descomunal que acredita la dimensión de los que establecieron tal despropósito".

De igual opinión es el periodista José Manuel Vidal, quien en El Mundo se queja de que no haya un consenso "para que la clase de Religión deje de ser un cromo intercambiable en manos de intereses partidistas o arma arrojadiza entre la derecha y la izquierda". Y defiende la medida tomada con razones jurídicas: "Si el Estado firmó los acuerdos con la Iglesia en los que se reconoce el derecho fundamental a la educación religiosa, que lo cumpla o que denuncie estos pactos". Y sociológicas: "El 82% de los padres pide clase de Religión".

El escritor Javier Ortiz denuncia, también en El Mundo: "Si bien los poderes públicos están obligados a proporcionar los medios para que se impartan clases sobre las diversas confesiones religiosas reconocidas por el Estado, el año pasado 1.277 familias reclamaron clase de religión islámica y no vieron atendida su demanda". Y se queja de que la Religión ocupe "casi el 10% del horario docente". Por lo que concluye: "Creo exigible que se dedique menos tiempo a las ideas y ritos peculiares y más a formar la juventud en la libertad e igualdad entre los sexos".