El primer ministro palestino, Abu Mazen, reconoció en Aqaba que el terrorismo no es un medio válido para la consecución de un Estado palestino, sino un obstáculo letal. Se comprometió a realizar todos los esfuerzos necesarios para acabar con la violencia y el terror, y a intentar que las instituciones palestinas, incluyendo los servicios de seguridad, sean en el futuro más democráticas y responsables. Después hemos tenido que volver a presenciar una vez más las familiares escenas de derramamiento de sangre producidas por quienes utilizan el terror para destruir las esperanzas de paz de la mayoría. Pero los terroristas no se saldrán con la suya.

Nos encontramos en un momento en que todos los que estamos comprometidos con la paz debemos hablar, y actuar contra nuestros enemigos. El presidente Bush sigue estando comprometido con la vía de Aqaba porque es el único camino que puede llevarnos a una paz duradera y una seguridad perdurable. Este presidente cumple sus promesas. Y espera que todas las partes cumplan las suyas.

La nueva dirección palestina se encuentra inmersa en el proceso de intentar reformar y consolidar unos servicios de seguridad que, francamente, no se han consagrado a la lucha contra el terror. Dichos servicios necesitarán un periodo de consolidación, y estamos dispuestos a colaborar en ello. No habrá ninguna tolerancia con unos líderes palestinos que utilicen el terrorismo. La cuestión reside en que creemos que el terror, dondequiera que se encuentre, dondequiera que se practique, tiene que ser erradicado y destruido.

En Aqaba, el primer ministro israelí, Ariel Sharon, dijo que comprendía que tenía que haber un Estado palestino contiguo y viable. Creemos que ya están tomando forma los principios que harán más posible, aunque no más fácil, la resolución de algunas de las cuestiones de mayor alcance y más complicadas sobre estatus final de las fronteras. Pero en realidad las fronteras definitivas no son el único elemento que constituye un Estado. Y uno de los grandes avances de Aqaba fue decirles a los palestinos que el carácter del Estado va a ser extremadamente importante para llegar a una resolución. Si dicho Estado es democrático, transparente, amante de la paz y no ayuda e instiga a los terroristas, le será mucho más fácil sentarse con un socio israelí y hablar sobre cómo hay que dividir el territorio. Con el tiempo, podremos ocuparnos de las cuestiones del estatus final porque se tratará de socios que han desarrollado cierta confianza, que han desarrollado una relación de trabajo y que pueden imaginar vivir el uno junto al otro; algo que en Oriente Próximo no es tan fácil.

Irán es uno de los pocos lugares en esta región donde el pueblo ha tenido la oportunidad de expresar realmente sus aspiraciones. Y, ante todo, el régimen iraní debe ocuparse de ellas. En las elecciones se ha expresado con mucha claridad que se desea el pluralismo y el desarrollo democrático. Sin embargo, el Gobierno electo de Irán no ha podido, o no ha querido, cumplir sus promesas y, en lugar de ello, ha permitido que unos pocos líderes no elegidos continúen frustrando las aspiraciones del pueblo. EEUU no puede defraudarlas.

Támbién tenemos que dejar muy claro al Gobierno iraní que no podemos tolerar circunstancia alguna por la que miembros de Al Qaeda entren y salgan de Irán. Ni que Irán, que tiene una visión diferente de cuál debe ser el futuro de Irak, intente incitar disturbios en el sur de este país. Y como comunidad internacional, debemos estar dispuestos a decirles a los iranís que no es aceptable el acceso a las armas de destrucción masiva, particularmente a las armas nucleares.

En los informes del Organismo Internacional de la Energía Atómica hay indicios de que Irán ha estado haciendo precisamente lo que sospechábamos, es decir, utilizar la tecnología y experiencia de sus programas nucleares civiles para dar pasos que podrían llevarles a establecer un programa de armamento nuclear. Esto es sencillamente inaceptable. Y los iranís van a tener que aceptarlo, así como la comunidad internacional.

Irán es una pieza clave en Oriente Próximo. Pero nosotros creemos que si tenemos un Afganistán estable y democrático, si tenemos un Irak estable y democrático, y si podemos solidarizarnos con las aspiraciones del pueblo iraní, que están claramente orientadas hacia el desarrollo democrático, tarde o temprano los dirigentes iranís van a tener que escucharlas.