n el Congreso de Comunicación Local, celebrado en la UJI durante esta semana, el gerente de la agencia Promopublic, Adolfo Andreu, recordaba dos máximas: la indispensable formación y la capacidad de entrega al trabajo y a los objetivos de los clientes. A unos la propuesta de Andreu les parecía un tratado de excelencia profesional. A otros estudiantes las sugerencias contenidas en la conferencia les sonaba a chino.

Y es que lamentablemente uno de los mayores problemas que arrastran las nuevas generaciones es el distanciamiento entre los planteamientos teóricos en los que viven y la cruda realidad. Tal vez por eso una reconocida profesional de la psicología comentaba estos días la cantidad de pacientes que acuden a su clínica sólo para conciliarse con la realidad.

Por debajo de treinta años hay una cantidad de fibias y fobias, gran parte de las cuales no corresponden a la realidad social. La culpa es la formación recibida en casa y en la escuela. Padres preocupados por la apariencia de sus hijos y una LOGSE que ha pervertido los valores de fondo. La libertad es conciliable con el esfuerzo y el trabajo.

Por cierto. Por culpa de celos y rivalidades internas entre catedráticos y departamentos, la UJI puede quedarse sin la titulación de Comunicación Audivisual. Todo después de la millonaria inversión en equipos.