Vladimir Putin (San Petersburgo --entonces Leningrado--, 7-10-1952), presidente de Rusia, ha logrado disponer de una Duma (Parlamento) afín a sus propósitos de reelección. Pero no ha convencido a cerca de la mitad del electorado, que se abstuvo de acudir a las urnas, ni a los observadores occidentales, que advirtieron de prácticas electorales no homologables con las que se siguen en Occidente.

La Constitución rusa de 1993, aprobada en circunstancias muy especiales bajo el mandato de Boris Yeltsin, da al presidente muchas prerrogativas. Y ahora Putin, personaje que se sabe mover en la sombra porque no en vano se formó durante el régimen soviético dentro del terrible KGB, las refuerza con los diputados de Rusia Unida, partido impulsado por el Kremlin, y pequeñas formaciones afines a su gran poder.

Putin perteneció al íntimo círculo de poder de Yeltsin --la llamada familia-- y tras ser presidente en funciones y ganar las elecciones con casi el 53% de los votos, juró el máximo cargo del país más extenso del mundo el 7 de mayo del 2000.

Implacable en la lucha contra los independentistas chechenos, que han protagonizado sangrientas acciones, una de ellas muy reciente, se alineó con Francia y Alemania en el rechazo a la guerra contra Irak. Lo que quiere es que Rusia sea de nuevo muy potente, pero con él al frente.