reocupado por el descenso en la cotización de Zara y la sustitución de Parada por Carmen Sevilla, llevaba una semana sin ocuparme de la Copa América. ¡Que fallo! Olvidarse del gran maná que tiene que solucionarnos el futuro. Y justo la semana en la que los pescadores recuerdan que tanto velero regateando les puede destrozar los caladeros. Agoreros, les dirán los optimistas oficiales.

Pero los pescadores revelan una sensibilidad que debe valorarse en medio de tanta vela. Porque aquí parece que esté a punto de crearse la corte de los milagros a bordo de un velero. La Copa va a llegar, llegará ya con miles de personas el año que viene. A Valencia principalmente y de rebufo a Castellón. Pero si vamos de aprovechados lo más probable es que para lo único que sirva sea para arrasar costa y caladeros.

Desde el que vende y compra suelo. Desde el que construye, vende el cemento o promociona un hotel, un campo de golf o unos apartamentos, todos deben pensar que esto no es un milagro. La lotería toca por casualidad y si compras. Si no compras, ni aunque le reces a la santa de Almenara

Es hora de plantearse muy seriamente que éste es un negocio a muy largo plazo. Es el futuro de Castellón. No el futuro de cuatro especuladores. El mayor beneficio debe llegar, precisamente, cuando se hayan ido los turistas de la Copa. El valor añadido que se quedará después es lo más valioso.