Sara Pereira Baras (nacida en Cádiz, pero criada en San Fernando, 25-4-1971) vuelve hoy a Barcelona con Mariana Pineda, aquella bordadora de la bandera de la Primera República que recreó Lorca. El director Lluís Pasqual lo tiene muy claro: "Sara Baras no hace de Mariana Pineda, es Mariana Pineda".

Fue su madre (profesora de baile), que no su padre (coronel de infantería de marina), la que le metió a Sara la danza en el cuerpo y en el alma. Pero se estrenó bailando desde muy niña en las cenas de gala que ofrecía el capitán general de la zona marítima en donde estaba destinado el padre. Cierto, éste lo que quería era que la chiquilla estudiara una carrera, pero a la chiquilla se le iban los brazos, las manos y los pies dibujando los trazos del flamenco. En la compañía de Los Gitanos de Jerez, en donde supo lo que era el hechizo del duende, ella era la única paya. "Los gitanos me convirtieron en algo suyo --recuerda--; me aceptaron y me enseñaron lo que sabían". En 1997, debutó en solitario en La Unión (Murcia) y, en 1998, estrenó compañía propia en su espectáculo Sensaciones.

Para escándalo de puristas, nunca viste volantes y baila con pantalones la farruca exclusiva de los hombres. Sara Baras es rompedora como lo fue Carmen Amaya --"la más grande"-- y este año ha ganado el Premio Nacional de Danza. Danzad, danzad, bendita.