La prohibición de símbolos religiosos en la escuela pública, medida tomada por el Gobierno francés para garantizar el laicismo, pisa un delicado terreno minado ya de polémica: el del uso del velo o pañuelo islámico en las aulas. Una tradición que, según Ignacio Camacho (Abc), nació como "recomendación liberadora destinada a acabar con la humillante práctica de hacer desfilar desnudas a las mujeres para que los varones escogieran esposa con mayor garantía", pero que "acabó convertida en dogal de dominación".

Y es ahí donde entra Chirac. O, mejor dicho, Bernard Stasi, el responsable de la comisión de expertos sobre el laicismo. En una entrevista en El País, Stasi, autor de La inmigración, una oportunidad para Francia (1984), muestra su inquietud ante un fenómeno que se les escapa de las manos: "Hay un centenar de barrios donde los islamistas dictan las reglas del juego; las mujeres tienen que llevar el velo, los judíos son molestados o golpeados... Es decir, la ley republicana no rige en esas zonas". Su objetivo: "Sin renegar de los valores religiosos o políticos, en la escuela hay que dejarlos de lado y fortificar la idea de pertenencia a una comunidad nacional".

Mientras, Gabriel Albiac confiesa cierta envidia en El Mundo, ya que aquí se "permite que sujetos sin titulación superior sean designados por la jerarquía religiosa para adoctrinar en un credo específico dentro de los locales de enseñanza de un Estado supuestamente no confesional". Y concluye: "Dejemos las polémicas civilizadas sobre el velo para países civilizados como Francia. Lo de aquí es salvajismo".