Una presunta reivindicación de Al Qaeda y una furgoneta localizada por la policía en Alcalá de Henares, con siete detonadores y una cinta en lengua árabe y versículos del Corán, obligaron anoche al ministro del Interior, Ángel Jesús Acebes Paniagua (Ávila, 3-7-1958), a no descartar ninguna hipótesis sobre los responsables de la matanza de Madrid.

Si, por la mañana, Acebes había calificado de "miserables" e "intoxicadores" a quienes aventuraban que los atentados pudieran ser obra del terrorismo islamista, horas más tarde, el discurso único de la autoría etarra empezó a agrietarse. ¿Por qué el ministro no moderó sus impulsos, viendo que había elementos que no acababan de encajar con ETA?

Probablemente, porque ETA ha perpetrado tantas salvajadas que nunca se puede descartar otra más, aunque en esta ocasión el blanco fueran trenes repletos de ciudadanos del pueblo llano. Acebes tenía indicios de algo sonado. El día que empezó la campaña electoral advirtió de que los etarras intentarían "estar presentes". Y añadió: "ETA tiene posibilidades para cometer un atentado y lo está buscando, como lo hemos visto clarísimamente la semana pasada. Si no lo lleva a cabo es porque no podrá hacerlo".

¿Quién, por otra parte, va a ignorar que desde que ETA da señales de muerte, hace más de 30 años, ha asesinado a 121 personas en Madrid?