El funeral de Estado por las 190 víctimas de los atentados del 11-M convirtió ayer Madrid en la capital de la solidaridad ante la tragedia. Pero, en medio del dolor, también flotaba en el ambiente la convicción de que discurría el día cero de una nueva etapa en las relaciones internacionales. La presencia de primeros espadas como Blair, Chirac, Powell y Schröder transformó la jornada en una cumbre informal sobre las expectativas que se abren en Irak (tras el anuncio de Rodríguez Zapatero de retirar las tropas si la ONU no asume el control político) y en la UE (con el compromiso de desbloquear la Constitución). Fue un intenso debut internacional para Zapatero, por el número y nivel de las reuniones que pudo celebrar.

Con estos encuentros, se han desatado ya las primeras presiones de las muchas que le aguardan al futuro Gobierno socialista ante su decisión de ser coherente con su programa. Ayer, Zapatero flanqueado por su virtual ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, pudo comprobar lo que le espera: unos meses clave, con la transferencia de la soberanía a los iraquís el 30 de junio y las presidenciales de EEUU en noviembre, en los que tendrá el reto de demostrar vigor político y solvencia internacional.