El resultado de las elecciones regionales en Francia tiene todas las características de un auténtico vuelco electoral, pese a la importancia objetivamente secundaria de la consulta. La paradoja de estos comicios es que, siendo las regiones poco importantes en Francia, el resultado se ha convertido en un gran castigo político al Gobierno y al presidente de la República. La izquierda pasa de controlar ocho a gobernar en 20 de las 22 regiones de la Francia metropolitana.

Como decía la noche electoral el ministro Fran§ois Fillon, lo ocurrido el domingo es "un 21 de abril al revés", en referencia a la conmoción de la primera vuelta de las últimas elecciones presidenciales, en las que el candidato de la izquierda, Lionel Jospin, no pasó el corte inicial. Los franceses les han dicho con su voto a Chirac y a Raffarin que no quieren las reformas neoliberales que preparaban. Ante esto, ¿cómo reaccionará Chirac? Puede despedir a su primer ministro para frenar el golpe y nombrar a Nicolas Sarkozy en su lugar. Pero Sarkozy aspira a disputarle a Chirac la presidencia. ¿Pactará con su rival? ¿Lo nombrará para que se queme y el incendio le arrastre también a él? Cualquiera de las opciones puede significar el final de Chirac.