La conmemoración del 60° aniversario del Día D, momento clave en la liberación de Europa de la barbarie nazi, llega en un momento difícil de las relaciones transatlánticas. De todos modos, tal como alega el Partido Socialista francés para no adherirse a las protestas contra la presencia de Bush, no se debe confundir al país liberador que fue EEUU con la política puntual de su presidente, que hoy está en contradicción con los valores que sellaron la alianza y la victoria de 1945.

Las relaciones entre Europa y Estados Unidos están en crisis no sólo por la guerra de Irak, sino por el desequilibrio militar mundial y la tentación de actuación unilateral que tiene la actual superpotencia única. Y, asimismo, por la incapacidad europea para crear y mantener una fuerza propia independiente que esté puesta al servicio de su sensibilidad democrática específica. Sin eso, la nueva Europa de los 25 tiene que limitarse a predicar lecciones morales. Y ese es nuestro debate pendiente: aclarar si queremos poder ofrecer políticas alternativas a la de Bush en materia de defensa, en el concepto de cómo debe funcionar el mundo y de qué maneras tienen que irse atajando las injusticias planetarias, o aceptar una sumisión de facto a EEUU.