La relación entre el presidente del Gobierno y sus dos vicepresidentes era ayer objeto de análisis en El País y en Abc.

En el primero de los rotativos, Soledad Gallego-Díaz reclamaba "implicación de Zapatero en el campo económico", es decir, en el terreno del vicepresidente Pedro Solbes, con el que "no ha mantenido ninguna larga conversación desde que se formó el Gabinete". Según Gallego-Díaz, dirigentes socialistas piensan que el vicepresidente debe dejar de transmitir a los ciudadanos "la filosofía de ajuste y de apretarse el cinturón".

"Rodríguez Zapatero --augura Gallego-Díaz-- tendrá que ejercer, él mismo y rápidamente, un papel moderador en determinadas áreas de Gobierno y de impulsor en otras". Con Solbes, con las demandas de Pasqual Maragall y con la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, que "coordina diversos ministerios eficazmente ... pero no pretende ejercer un papel decisorio o protagonista". Si unos piden más Zapatero, a otros ya les va bien lo contrario. Según José Antonio Zarzalejos, director del diario Abc, "hasta tanto el presidente no tome la decisión de ejercer respecto del Gabinete las facultades de dirección, coordinación e impulso que le corresponden ..., han de ser los vicepresidentes los que sigan soportando la regulación del denso tráfico de contradicciones", provocadas por un Ejecutivo en el que sus miembros, "incluido el presidente, disfrutan de una gozosa adolescencia que Fernández de la Vega y Solbes tratan de tutelar en un esfuerzo que suscita la comprensión hasta de sus adversarios".