Dicen que la indiferencia y la apatía dominan la Europa de los Veinticinco. Hay una expresión catalana/valenciana que define mejor el estado de ánimo que recorre el continente con respecto al proyecto de vida en común. Es el semenfotisme. O el eurosemenfotisme. ¿Europa?: "Se me´n fot". Da lo mismo, es igual. La gente pasa. A la mayoría de hombres, la UE se la trae floja.

Así se explica que en el conjunto de la UE la participación en las elecciones del domingo haya sido del 44,2%. Ni siquiera la mitad, que es la nota que en todos los tribunales se requiere para conseguir el aprobado. La ciudadanía europea, pues, ha quedado suspendida en bloque en su interés por el proyecto de una comunidad que, según los optimistas, ha de hacer sombra a Estados Unidos, política y económicamente. Todavía quedan unos pocos, pero la raza de los eurooptimistas se está extinguiendo rápidamente.

Sólo un 44,2% de participación y lo peor es que entre ellos hay muchos euroescépticos y euroboicoteadores, la mayoría de los cuales lo único que pretenden es dinamitar la UE desde dentro. Son muchos en el Reino Unido. Un caso curioso es Polonia, donde los contrarios son una enormidad. Si la participación ha sido sólo del 20,7%, hay que convenir que pocos deben ser los que han votado y están a favor.

No se explica la postura de los 10 nuevos socios. Sería lógico que perdieran ilusiones con el tiempo, cuando vean que no todo son flors i violes en la UE. Pero acaban de ingresar y están ya escaldados. No vibran, Europa no les apasiona, como queda bien patente en el porcentaje del 28,7% de los que han ido a votar la primera vez que se les convocaba. ¿Será que Bruselas tendrá que ganarse su voluntad a base de subvenciones?