Manuel Martín Ferrand (Abc) pedía ayer al octogenario Manuel Fraga que se pensara bien lo de presentarse a la reelección como presidente de la Xunta en el 2005, algo que Fraga medita por "si fuera necesario algún suplemento de sacrificio por el bien de su tierra y de sus paisanos". Martín Ferrand no se lo pedía por la edad, claro --"que una cosa es gobernar y otra muy distinta la halterofilia"--, sino "porque somos muchos los ciudadanos que no queremos que nadie se sacrifique por nosotros".

Luis María Anson, (La Razón) fantaseaba inventándose una conversación suya con Don Juan de Borbón, enterrado en el Pudridero de El Escorial, en la que el abuelo del príncipe Felipe da por buena la boda de éste con Letizia. El ánimo de Anson estaba en convencer de la bondad del enlace a Alfonso Ussía, monárquico levantisco con el matrimonio del heredero de la Corona.

Y Jon Juaristi (Abc) sembraba españolismo viperino a cuenta del "mito de las tres culturas, un eufemismo laicista de las tres religiones o, lo que en la España medieval era lo mismo, de las tres leyes distintas por las que se regían judíos, moros y cristianos". "El mito de las tres culturas --escribía Juaristi-- proporciona a los proyectos de desintegración pacífica del Estado español un asidero pseudohistórico... Convertido en metáfora de la utópica confederación de fraternales estados ibéricos, avala los sueños independentistas de los nacionalismos y tranquiliza a la izquierda claudicante. En rigor, vale tanto invocar el mito de las tres culturas como apelar directamente a la balcanización de España".