Las vacaciones de verano son un desvío provisional que nos aparta del atasco. Todo el mundo quiere huir de la rutina. Hasta los amigos de lo ajeno lo saben, y aprovechan las vacaciones para entrar en nuestra casa como Pedro por la suya. Los políticos también buscan alternativas. En días de embudos en la carretera, se habla de la N-340. El PSOE ha encontrado sus variantes --a falta de una, dos-- y promete que en los Presupuestos de 2005 ya habrá una partida con dinero contante y sonante. Lo dijo el otro día Sevilla, ministro por más señas. Los Presupuestos, vista la experiencia de décadas, son apenas una declaración de intenciones que otro ministro --esta vez, Solbes-- lleva al Parlamento. Y tiempo por venir, futuro. ¿O no?

En política, obras son amores y el resto, meros rumores. Hace unos días, se especulaba con que JL Gimeno también tenía su propia variante en la quiniela, con una lista alternativa a Carlos Fabra en el congreso provincial del PP. El evento se celebrará en otoño, cuando la caída de la hoja. El actual presidente ganó su puesto frente a Daniel Ansuátegui en La Pérgola, en 1989, y desde entonces ha llovido mucho para Gimeno y Fabra. En los cónclaves internos, han pasado de las votaciones apretadas a las victorias arrolladoras al estilo Jesús López o Florentino Pérez. De la travesía del desierto a la autopista del poder. Y ahora que el bisbiseo salta a la letra impresa, resulta un atajo que no lleva a ninguna parte, ha dicho el alcalde. Ay, los rumores.

Y entretanto, el nuevo presidente de los transportistas, Juan de Eugenio, pone el dedo en la llaga. El desdoblamiento de la N-340 y la prolongación de la Autovía de La Plana son obras imprescindibles, nunca alternativas. Veáse el ejemplo del by-pass de Valencia. Cuatro carriles en la nacional, de Vila-real a Oropesa, no cubrirían ni siquiera las necesidades actuales. Mas allá de aparecer en los papeles, sería bueno que alguien tomara nota. Para variar.