El caso de los balseros dominicanos que buscaban Puerto Rico y no lo hallaron, sólo es la punta ácida de un fenómeno mundial, que en España conocemos bien.

¿Qué harán los desesperados, los que nada tienen que perder, cuando no se arregla nada en sus países misérrimos o caciquiles y sus vidas se van a pique? Para quien nada tiene que perder es buena cualquier solución. Pero es ciego, pensar que estas avalanchas migratorias cesarán con medidas policiales, devoluciones al país de origen, y alguna que otra acogida. Debemos acoger a cuantos inmigrantes podamos, pero tiene un límite (en la UE) si no se quiere provocar un colapso.

La solución está en esos países de origen. Debe desaparecer la miseria del mundo, desde el Caribe a la subsahariana África. ¿No se diría que hablo de una quimera? Continuarán las desesperadas pateras. Cabe recordar que una de las causas del fin del imperio romano fue la inmigración descontrolada.