De susto en susto. Los citricultores castellonenses están viviendo un verano de lo más sobresaltado, después de las constantes detecciones de plagas en cítricos importados desde otros países productores. Desde finales del mes de julio, no hay semana que no salte la alarma ante un nuevo caso. Y ya van cinco en total. Demasiadas evidencias en poco tiempo.

La llegada de las plagas hasta los almacenes de Castellón sólo pone de manifiesto una cosa. Que la vara de medir es muy distinta según de quién se trate. Los citricultores castellonenses ya saben lo que es el desastre en una campaña después del cierre de fronteras en Estados Unidos. La aparición de supuestas larvas de mosca del mediterráneo obligó a replantear y a endurecer todo el protocolo de exportación. Sin embargo, cuando el proceso es a la inversa, la situación es bien distinta. De nada sirven los esfuerzos de la Conselleria de Agricultura denunciando la detección de plagas en fruta procedente de Brasil o Suráfrica, si su colega en el Ministerio sigue sin reforzar los controles en los puntos de entrada de la fruta, alegando que no se pueden cerrar fronteras. Los agricultores de Castellón bien se merecen más atención para evitar la propagación de plagas que pueden poner aún más difícil la continuidad de esta actividad.