No busquen en desiertos remotos, ni en montañas lejanas". Aznar, ante la Comisión de Investigación del 11-M, se comió a sus interrogadores, no dejó títere con cabeza. A cada cual le puso su adjetivo. Como han sufrido la escabechina le acusan de ¡matón! Él a lo suyo: "Las bombas explotaron tres días antes de las elecciones, si las hubiera convocado para el día 7, hubieran explotado el día 4".

El PP iba a ganar. España estaba en lo más alto, como nunca en los últimos siglos. ETA daba sus últimas boqueadas, sin recursos. Con cinco millones de nuevos empleos y el presupuesto equilibrado, eramos un país rico. Contestamos a la provocación de Marruecos. No cedimos al afán de Francia de ser cabeza de Europa, mantuvimos el Tratado de Niza. Aliados preferentes de EEUU estrechamente ligados en la lucha antiterrorista, éramos respetados en todo el mundo. El PP pisaba fuerte. ¡Demasiado para el "body"! Alguien (?) decidió desmontar las elecciones de la única manera posible: 192 muertos y 1.500 heridos tres días antes. "Busquen quien organizó la campaña de los días 12, 13 y 14" --mentiras y convocatorias ante las sedes del PP-- "y sabrán quien organizó lo del día 11", remató Aznar. Falta todavía "garganta profunda". Uno (?) escuchará su conciencia o no recibirá lo prometido y un día --tal vez, pronto-- dirá donde están las pruebas que incriminan a quienes lo organizaron. Siempre ocurre así: caso Dreyffus en Francia, Watergate en USA y, sin ir tan lejos, hace un año Tamayo en la Comunidad de Madrid. Quieren acabar con la Comisión Investigadora de las Cortes, pero las cuentas no salen. No fue por la guerra de Iraq, ni fue Al Qaeda. Islamistas y etarras se pasean juntos en los patios de alguna cárcel, siguen la misma ruta sus furgonetas cargadas de dinamita, que compran en el mismo "supermercado" asturiano, sabiéndolo algún guardia civil. ¿Casualidades? Cada día, una nueva pieza encaja en el rompecabezas, aún sin cabeza.

Han cambiado todos los cargos políticos. Normal. Sin embargo, el Jefe del Centro Nacional de Inteligencia, Jorge Dezcallar, nombrado por el anterior Gobierno, fue premiado: Embajador ante la Santa Sede; y, precisamente, mientras comparecía Aznar ante la Comisión, la prensa se hacía eco de sus declaraciones atacando a Estados Unidos, "país arrogante que no facilita solución a las crisis y complica a sus aliados, como en Iraq, que ha abierto una seria brecha entre los europeos". Incomprensible. Cómo un diplomático acusa a un Gobierno aliado. Los diplomáticos a sus estudios, le llaman la "carrera". Lo primero que les enseñan, ser prudentes. Dezcallar y Moratinos deben ser la promoción perdida. A quién se le ocurre, como ministro de Exteriores, ante un dictador extranjero, acusar al Reino de España, fuera quien fuera su presidente, de intervención en un golpe de estado contra él. Cuando los hechos no encajan, hay que buscar su explicación. Tal vez, Dezcallar tuvo información que no comunicó a su Gobierno y sí a los amigos de los cetapés que las supieron aprovechar del 11 al 14-M. Eso explicaría que Dezcallar fuera ascendido. Ahora, se olvidan de ser diplomáticos, tanto él como Moratinos, y se limitan a decir lo que les manda ZP, principal culpable de la política exterior.

Actualmente estamos como los trenes de los años cuarenta. El humo de las locomotoras de carbón entraba por las ventanillas, que podían abrirse, pero un letrero avisaba: "prohibido asomarse al exterior". Viajes largos, buenos para leer: Bambi se dejó crecer el pelo. Se creía un león. Unos pequeños animales de la selva, de las especies bardenensis y cerelonenses, le adoraban. Un monito aplaudía si le tiraban cacahuetes. Cuando se los comía, gruñía y daba volteretas, enseñando su feo culo pelado, hasta que le daban más. Su mujer lo despertó: "Soñabas otra vez". La miró horrorizado: "Soñé que el león de verdad estaba de nuevo en la selva". "Anda, dúchate y ponte guapo que hoy vuelve el gorila".