El Partido Popular en toda España termina con éxito este fin de semana la auténtica prueba de fuego que ha supuesto, en sólo nueve meses, perder el gobierno de la nación, afrontar unas elecciones europeas y renovar todas sus estructuras internas.

El final del ciclo político para un partido --ocurrió con UCD y también con el PSOE en 1996--, suele anticiparse con meses, incluso con años. Los malos datos del empleo, el cierre de empresas, el agotamiento de las iniciativas, o una fuerte división interna suelen ser indicadores, a los que se suman las encuestas desfavorables, de que va a haber un vuelco electoral.

Nada de esto ocurría, ni en España, ni en el Partido Popular, en marzo de este año cuando todas las encuestas nos daban holgados vencedores y la valoración general de la gestión del gobierno era elevada. Se perdió por los dolorosos motivos que todos conocemos, hasta tres millones de electores cambiaron el sentido de su voto tras la conmoción del 11-M, según una encuesta posterior del CIS, y no hubo tiempo para amortiguar el impacto de una derrota inesperada.

Con el aturdimiento del golpe electoral se afrontaron unos comicios europeos donde nuestra dolida formación obtuvo los mismos eurodiputados que los socialistas que tenían uno prestado por Los Verdes.

Y, sin tiempo para el respiro, se inició un intenso proceso de renovación interna que aupó a Mariano Rajoy a la presidencia nacional y a Francisco Camps --presidente de la Generalitat Valenciana-- al liderazgo regional, ambos sin candidaturas alternativas y con amplio respaldo de las bases.

Tras los diecisiete congresos regionales, este fin de semana concluyen las 51 renovaciones provinciales que en nuestra Comunidad parece se van a llevar a cabo con absoluta normalidad y, muy probablemente, con candidaturas únicas que serán refrendadas por la inmensa mayoría de los militantes.

En Castellón, la probada eficacia de Carlos Fabra ha logrado que la práctica unanimidad del partido le pida que continúe con su invicta trayectoria, y lo natural es que el hostigamiento que está padeciendo en los últimos días sea compensado con un abrumador respaldo de la militancia.

Es bueno recordar que Zapatero salió elegido secretario general del PSOE con un escaso 30% y se enfrentó no a una sino a tres listas alternativas.

Para disgusto del PSPV, Joaquín Ripoll en la provincia de Alicante y Alfonso Rus en la de Valencia presentarán candidaturas de integración, superando las etapas precongresuales y los periodos de obligado etiquetaje periodístico.

Finaliza la época de mayor actividad reorganizativa interna del Partido Popular de España con las últimas encuestas del CIS dándonos crecimientos. Final feliz para una etapa intensa.