Estamos en plena campaña naranjera y, una vez más, no nos cabe pronunciar la famosa frase tan frecuente en nuestros abnegados labradores de que "l´any que ve ser ", ya que este importante sector económico provincial está sufriendo una serie de crisis en los últimos años que hacen cada vez más difícil la comercialización de toda la producción naranjera que produce nuestra Comunidad.

Desde mi responsabilidad política y como persona ligada al sector agrícola por mi profesión de técnico, la preocupación es doble si cabe y mis ideas en la materia así como la realización de una diagnosis me resulta cada vez más difícil, aún conociendo profundamente todos los aspectos que intervienen en la producción citrícola, así como su posterior salida comercial.

A lo largo de los últimos años he visitado países con mercados potencialmente competidores de España, así como zonas de nuestro país productoras de cítricos y sociedades de transformación, y visto lo visto, puedo asegurar que la Comunidad Valenciana pueden competir ampliamente con todos ellos.

En los últimos años hemos invertido en una notable modernización de nuestros campos, así como en las industrias de transformación y exportadoras. Nuestras tierras están siendo adaptadas a las nuevas técnicas de cultivo como son: el riego por goteo, tratamiento de fertilizantes, regulación en materia de tratamientos fitosanitarios que nos permitan poder exportar con mayor calidad nuestros productos, así como una notable profesionalización del sector comercial y técnico.

A pesar de todos estos factores, la producción, comercialización y exportación de cítricos siempre está en crisis y deberíamos ser plenamente conscientes de la problemática de nuestro sector tradicional económico y el que dio pie a la transformación de nuestra Comunidad Valenciana.

¿Qué problemas debemos salvar y superar?

El gobierno autonómico apoya al sector citrícola. La realización de campañas de divulgación de las naranjas valencianas en los mercados nacionales y extranjeros, con un coste aproximado de más de 3 millones de euros, demuestra la especial sensibilidad que el gobierno tiene en apoyar a este sector tradicional de producción frutícola.

Hace más de 100 años que los comerciantes valencianos exportan al mercado europeo, pero a pesar de todo este tiempo seguimos teniendo la necesidad de entrar, trabajar y abrir nuevos mercados a nuestras naranjas. Europa siempre estuvo abierta a nuestros productos, no siempre exento de dificultades y de esfuerzo para quienes con limitación de recursos debían de trabajar por introducirse en la distribución en el Mercado Común Europeo.

Hoy, cuando la Unión Europea está integrada cada vez por más países, los cuales empiezan a tener rentas "per cápita" elevadas entre 5.000 y 10.000 euros, tenemos cada vez más problemas para introducir nuestros productos en este amplio mercado, potencialmente consumidor de los mismos.

¿Qué problemas tiene nuestro sector agrícola que nos dificulta tanto nuestro crecimiento y desarrollo? Tenemos buenos profesionales, sin duda alguna las mejores empresas exportadoras capaces de hacer llegar los productos sin problemas de conservación y con una calidad incuestionable, ya que la naranja valenciana es siempre sinónimo de calidad.

En fechas recientes, nuestro conseller de Agricultura, Juan Cotino, manifestaba que deberíamos empezar a reunirnos y analizar con detenimiento donde está el fallo y si bien deberíamos empezar de cero, y cuando digo de cero me refiero a la propia autocrítica sin tirarle la culpa a nadie, ni instigar acciones insolidarias que en nada favorecen la convivencia y el libre mercado. Nuestros productos son y deben ser competitivos, pero debemos hallar fórmulas que nos permitan una expansión de mercados potenciales receptores de los cítricos valencianos.

Debemos llevar a cabo fórmulas imaginativas, asumir de nuevo el sacrificio de la transformación y sacrificar y salvar lo que realmente es rentable para nuestra producción y economía. Tenemos nuestras variedades autóctonas que gozan de una gran acogida en los mercados como es la clementina y debemos aprovechar nuestra ejemplar industria comercializadora todo el año y no sólo cuatro meses.

Hay que crear explotaciones rentables, como siempre: renovarse o morir, como dicen los industriales que siempre han apostado por la modernidad de los sectores punteros de nuestra economía. Hay que realizar un pacto estable entre los estamentos que intervienen en la producción citrícola y tener en cuenta sus aportaciones, ya que todos deben aportar su empeño en ayudar a los cítricos valencianos, desde los comerciantes, cooperativas, la universidad y sus gabinetes de investigación, así como las organizaciones profesionales agrarias.

Yo pienso y en ocasiones sueño en no volver a repetir épocas anteriores en que fueron desapareciendo explotaciones agrícolas de múltiples variedades y que enriquecían el sistema productivo, así como su diversificación. Tenemos un patrimonio del que sentirnos orgullosos y ese patrimonio lo debemos preservar para que nuestra comunidad no pierda sus raíces.