Se afirma que el delincuente queda prendido en las redes del crimen cometido. Debe ser a causa de alguna pulsión incontrolada de culpabilidad o deseos irrefrenables de justicia o masoquismo.

Vaya por delante que en esta reflexión no hay delincuente sino presunto, pero, al parecer, sí delito o delitos. Por ello, es una mera hipótesis, que puede o no pasar a la categoría de verdad, lo cual, como debe ser en un Estado democrático de derecho, decidirán los jueces, que, por definición, son justos.

Don Carlos Fabra Carreras ha sido reelegido presidente del PP de Castellón por una abrumadora mayoría de 98 de cada cien compromisarios, en el congreso de Peñíscola del pasado viernes. Pues bien, tanto a don Carlos, por presentarse, como a los compromisarios, por elegirlo, vaya todo mi agradecimiento y mis más sinceras felicitaciones. Eso es actuar con coherencia y sentido de la Justicia. Por si alguien no me ha entendido, me explicaré.

Si en un futuro incierto, el señor Fabra es objeto de un auto de procesamiento y, posteriormente, es acusado de alguno de los delitos que le imputa el señor Vilar o detectados por la Fiscalía, siendo por fin --cosa que no se desea nunca para nadie--- condenado, sería totalmente injusto que pagase sólo él, cuando, de sus "gestiones" al frente del PP se han beneficiado tantas y tantas personas de su entorno más próximo. Por ello, estimo que es justo don Carlos al pretender seguir al frente de los suyos si llega ese supuesto procesamiento y lo que resulte del mismo. Y también es justo que los suyos, los que han medrado a su sombra y cobijo, entiendan que deberán pagar el hipotético coste, como partido y personalmente.

Si don Carlos hubiese quedado ahora fuera de la vida pública y, al final, resultase condenado, el PP y sus "beneficiados" lo tendrían muy fácil para desmarcarse del asunto. Con esta decisión, las cosas son muy distintas. Así, pues, ahora, si don Carlos cae en "desgracia penal", arrastrará consigo a su partido y sus fieles acólitos, entre ellos los Martínez, Aparici, Llorca, Ibáñez, Víctor Campos y hasta al propio Molt Honorable President Francisco Camps. Y, si, por casualidad, no se diese nada de ello, don Carlos podría seguir su trayectoria política, manchada hoy por la negra sombra de una serie de gravísimas acusaciones del que fue su mejor socio y amigo del alma, Vilar.

Lo peor es que, si todo es verdad y don Carlos se sienta en el banquillo de los acusados y es objeto de pena de prisión, los "éxitos electorales" del PP y todo lo que ha realizado a raíz de ellos perderán la legitimidad que otorga una conducta honrada y decente, propia de políticos demócratas convencidos, para entrar en la Historia con el epígrafe denigrante de los años más negros de la política en Castellón.

En cualquier caso, quede aquí el reconocimiento a don Carlos Fabra y los suyos por atar el sino del partido político y el suyo personal a los designios inescrutables de la Justicia. Si la Justicia pasa cuentas, que paguen todos.