Hay determinados momentos a lo largo del año que tienen un protagonismo especial en las relaciones cívicas. Sin duda la Navidad es uno de ellos, afloran sentimientos, genera gestos amables y, sobre todo, conlleva ilusión.

Siempre se ha dicho que es difícil encontrar mayor ilusión en un rostro que la de un niño en Navidad, y así lo creo, aunque la actualidad muchas veces hace que esa ilusión deba de presidir muchas de las actuaciones que nuestros políticos realizan a lo largo del año.

Generar ilusión, confianza y convencimiento es sin duda una de las misiones que los políticos deben tener presente en sus comportamientos diarios, incluso en Navidad.

Algo tan obvio choca sin duda con la tozuda realidad, el Gobierno de ZP en pleno periodo parlamentario para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, va a tener que poner mucha dosis de ilusión navideña para convencer a todos que los 58 errores, versus chapuzas, que contienen los mismos no deben tenerse en cuenta en una pulcra gestión como la que están llevando hasta ahora. Sin duda ilusión, que no confianza, la que han generado a los desempleados al ver cómo hasta que se corrija la cuota mensual para ellos será de 6.577,2 euros en lugar de ser la cuantía anual.

Con situaciones y despropósitos como esos, es lógico que desde hace algún tiempo las encuestas empiecen a constatar un desapego de los ciudadanos hacia la clase política. Siempre se espera de un político la capacidad de resolver y solucionar los problemas de los ciudadanos.

Hoy en día, el talante del Gobierno de ZP hace que se vea a los políticos como generadores de problemas que parecían dormidos, Estado, lengua, selecciones nacionales-

Sin duda, la Navidad es tiempo de ilusión, y de regalos, pero tal y como están las cosas, aconsejo el BOE, sin duda será el libro más leído en los próximos meses por obra y gracia de los despropósitos de ZP. Eso sí, la Navidad es tiempo de ilusión.