La Nochevieja es un rollo, todos los años se repite la misma cantinela ¿qué hacemos? ¿A dónde vamos? El problema es que algún atávico poder superior te obliga a divertirte, es noche de fiesta si o sí, y a mi las obligaciones me fastidian especialmente. Hay quien se pasa todo el año en su casa, sin salir nunca y para estos: la Nochevieja, la boda de un amigo y las fiestas del pueblo no se perdonan, cogorza compensatoria. Otros salen a fiesta diaria, lo que no les gusta son las especiales porque hay demasiada gente; en el término medio está la virtud. La primera decisión es si uno se queda en casa y no hace ni caso o si hay alguna celebración especial, si es en tu casa prepárate a arreglar y limpiar, rotos y barrillo, si es una casa ajena mejor. Si es un local ad hoc, contra más barato más posibilidad de intoxicarse, si aguantas las esperas de la barra libre. Huye definitivamente si te regalan "dos botellas de champán" metílico. Si te empujan es que hay el doble de los que caben. En todo caso las uvas son imprescindibles para cuidar la tradición, procurando no ahogarse y no seguirlas por televisión, que no es fácil, los confetis, matasuegras, gorritos y demás hay que procurar cogerlos, en un grado de ingestión etílica, adecuado porque en normalidad la ridiculez es tan suprema que ni de casualidad te los pones, y no arrojes las serpentinas contra tus "amigos" con violencia. Procura llamar a tus padres e hijos antes o después que "la masa" porque en medio, imposible comunicar y te cabrearás nada más empezar el año. Tampoco está claro que gente que acabas de conocer y otros que preferirías no haber conocido nunca, te felicitan como si de verdad les importará; cortesía sí, énfasis sólo con quien lo sientes.

Y para todos feliz Año Nuevo.