La convocatoria del referendo para ratificar el tratado de la Constitución europea ha permitido que se hable de principios y valores. Ha desencadenado debates y reflexiones sobre las libertades, la democracia y la solidaridad. Es como si hiciéramos un esfuerzo por auparnos y mirar más lejos. Los pueblos nunca avanzaron sin otear previamente su futuro. Sin que algunos visionarios, rebeldes o inconformistas se asomaran quebrando la rutina establecida. Pero estas no van a ser unas líneas encaminadas hacia las urnas. Aunque sí inspiradas por Europa y el europeísmo.

No resultará un mal ejercicio buscar los mejores ejemplos de aquellas democracias continentales longevas y maduras. Hablemos de las ciudades, de aquellos usos y costumbres que las han hecho prosperar. Exploremos, más allá de las leyes y sus letras, las causas del desarrollo y liderazgo mundial de un modelo único. Como todo en la vida, imperfecto y mejorable, pero nadie puede cuestionar el nivel de progreso alcanzado.

Aristóteles ya cotejó todas las constituciones de su tiempo para extraer lo mejor de cada una buscando la síntesis perfecta. Siguiendo esa estela, el espejo del municipalismo europeo nos muestra caminos interesantes. Caminos que, en nuestro entorno inmediato, deberíamos recorrer con ánimo de aprendices. Destaquemos el de los grandes consensos entre partidos distintos. Aquí los hemos venido en llamar pomposamente temas de estado. Pero una cosa es ponerle nombre a algo y otra bien distinta asumirlo convencidos. Responde a tema de estado aquello que trasciende la mirada siempre insuficiente de otro tipo de intereses, los partidistas. Hay unos temas que debieran permanecer a salvo del fuego cruzado de los partidos y sus estrategias. Temas que debieran blindarse en aras del interés de toda una sociedad. Temas acorazados ante la ya clásica cultura de la hostilidad y la crispación permanente entre las fuerzas políticas. Lógicamente, hasta ese nivel avanzado de acuerdos no se llega por azar. Se forja trabajando los consensos productivos y curtiendo el diálogo. Es una regla de oro que nadie obtiene el cien por cien de sus posiciones iniciales. Nadie culmina a plena satisfacción la concertación de los citados temas. Pero no es menos cierto que todos sabemos que sólo así, desde la cesión de razones absolutas en favor de razones compartidas, se avanza. Sólo así surgen escenarios comunes, duraderos y estables. Llevando este esquema al ámbito de lo local, ¿qué temas son aspirantes a ser calificados de estado?, ¿qué asuntos merecen la generosidad incondicional de los partidos? Fundamentalmente aquellos que trascienden más de una legislatura. Me explico. Aquellos cuya materialización precisará invariablemente dos o tres corporaciones y, previsiblemente, diferentes equipos políticos e ideológicos en la travesía hacia su culminación. He dicho travesía y algunos proyectos rozan la odisea por su complejidad y coste.

Pongamos un ejemplo de Benic ssim pero que, como tantos temas de esta ciudad, afecta a casi toda la provincia y, fundamentalmente, a los moradores de Castellón y su área metropolitana. El bulevar del antiguo trazado ferroviario.

Veamos la secuencia. Sus claros y sus oscuros. Todas las corporaciones de la democracia participaron intuitivamente de esa idea de que el tema era de estado. Es decir, de todos. Se firma en el 1994. Ese mismo año, queda además fijado en el PGOU que el suelo vacante del ferrocarril sería un bulevar. No otra cosa. Un bulevar pensando en las personas y en la hegemonía de un nuevo urbanismo a escala humana. Al cabo de 10 años, lanzamos con luz y taquígrafos un concurso internacional de ideas para definir cómo debía ser el diseño de ese espacio medular para la ciudad. Hasta ahí, la línea de consensos mantiene sus hitos y su razonable trayectoria bajo la certidumbre de que estamos ante el más rotundo de los ejemplos de lo que debe ser un tema de estado, un tema de todos. A partir de ahí, amable lector, llega la moción de censura y un nuevo-viejo equipo de gobierno asalta el poder en Benic ssim. Nunca más se supo de aquello. Adiós a una forma de hacer las cosas. Adiós a los temas de estado. Adiós a los temas de todos. Hoy sólo llegan ecos de empresas privadas que allí, donde comenzó a brotar una ciudad distinta, más humana, más de todos, se divisa negocio y especulación. Así, no.