El devastador incendio que ha tenido en vilo a Madrid durante el fin de semana ha concluido sin víctimas que lamentar, aunque los daños económicos alcanzarán dimensiones elevadas, aún por cuantificar.

El fuego del Windsor ha puesto sobre la mesa la necesidad de dotar de sistemas de seguridad anti-incendios los edificios más altos de la provincia de Castellón. El presidente del colegio de arquitectos deja hoy bien evidente en estas páginas las carencias de nuestros modestos pero, a la vez, peligrosos rascacielos. En la ciudad existen bloques de pisos, uno de ellos de 25 alturas, que adolecen de los necesarios medios de protección en el caso de que ocurriera una desgracia de estas características.

Todos estos edificios cumplen con la reglamentación vigente en el momento de su construcción, pero no con la modificada en el año 96, actualmente en vigor.

Aunque con la ley en la mano, nada se puede objetar, autoridades y propietarios deberían tomarse en serio esta prevención, pero no sólo en estas viviendas, sino en todas aquellas que no reúnan unas mínimas condiciones. Más vale prevenir.