No es exactamente un portavoz parlamentario lo que tiene el PP en la persona del señor Eduardo Zaplana. Es un charlatán, un vendedor ambulante de aquellos que basan su habilidad comercial en el don de la palabra, de los que tantos representan- tes de prestigio ha dado la Comunidad Valenciana. Generalmente se les encuentra en las ferias, en las que montan su chiringuito y con la palabra requieren la atención de los curiosos. El expresidente valenciano es uno de ellos. Tan identificado está con su labor, que incluso viste trajes de tonos chulescos, como todos los componentes del sector.

Los charlatanes practican una técnica vendedora muy peculiar. En una especie de autorregateo, bajan el precio del producto que ponen a la venta, lo que capta la atención de los ciudadanos: "Ni 50, ni 40, ni 30, ni 20, todo por 10 euros y además...". El señor Zaplana ha presentado ahora los incumplimientos de promesas electorales del presidente Zapatero, al cumplirse un año de Gobierno. Podía pregonarlo al estilo buhonero, pero al revés: "Ni 70, ni 80, ni 90, ¡100 en total!". Ha hecho un repaso minucioso del programa electoral, se ha releído el discurso de investidura y le salen 100 promesas incumplidas. Justas. Como buen vendedor, el señor Zaplana sabe la importancia que tiene el redondeo de las cifras. El 100 atrapa a las masas auditoras. Cifras como 87 y 124 provocan dispersión mental.

La cifra se voceará mucho en la presente temporada de primavera-verano, estaciones de gran actividad ferial, lo que augura muchos bolos del personaje. Con el reconocimiento de alguna promesa cumplida, tendría más credibilidad. Pero la técnica del charlatán es conocida. El buen vendedor ha de ser incansable. La repetición obsesiva convierte lo falso en verdad.