Su esposa le puso el espejo cerca de la boca y en unos instantes, como no se empañó, supo que el notario Rafael Fabra, de la Calle Alloza, estaba muerto. Su íntimo amigo Ricardo Carreras, uno de los fundadores de la Sociedad Castellonense de Cultura, le había invitado a que se fuera con él al campo, donde estaba con su familia alejado de un posible contagio en la ciudad. Rafael, como buen profesional, visitaba a los enfermos que querían hacer testamento. Era el año de la cucaracha, 1918, una epidemia que diezmó a la población y aún se recuerda con horror. Juan José Barcía Goyanes, neurólogo y psiquiatra, rector que fue de la Universidad de Valencia, recordaba que causó 20 millones de víctimas en el mundo. "Ahora llaman gripe a cualquier cosa. Es una falta de respeto y una ofensa a un virus que cuando ataca lo hace con vigor". Pero, entonces, las comunicaciones eran deficientes, no había vacunas, ni se había descubierto la penicilina y prever la enfermedad o curarla era muy difícil. La gente moría y no se sabía por qué.

Los medios de comunicación llevan días alarmando al personal. La Organización Mundial de la Salud vaticina entre 2 y 7,4 millones de muertos, la ONU estima entre 5 y 150 millones, cálculo 20 veces más pesimista que el otro. Ninguna de las dos estimaciones es seria. Son cifras que se le ocurren a cualquiera y ahí van.

Es la típica manera de meter miedo que emplean los fundamentalistas acientíficos, que viven del ecologismo. No confundir con la ecología que es auténtica ciencia. Unos aseguran que el sol explotará como una granada dentro de 5 millones de años. Otros dicen que en 5.000 años. En cualquier caso, aquí no habrá nadie para comprobar quien acertó de entre los predicadores apocalípticos de desgracias.

La gripe aviaria está en su primera fase. Se contagian las aves y en Tailandia, Laos y algún otro país vecino de éstos, donde la higiene y la falta de precauciones entre los cuidadores las aves son muy precarias, algunos se han contagiado y 110 han muerto. No es una cifra alarmante. No ha habido ningún contagio de persona a persona. Para ello se necesita que un humano se contagie de gripe aviaria; que al mismo tiempo tenga la gripe corriente; y que los dos virus produzcan una mutación. Ese virus mutante, si fuera mortífero, podría ser capaz de iniciar una pandemia. De momento ni hay mutación ni, en consecuencia, se sabe qué antiviral será eficaz, ni hay posible vacuna. Lo único que parece cierto es que quien no tenga la gripe corriente, no podrá mutar el virus de la gripe aviaria.

No estamos en 1918, ahora hay antibióticos, se pueden fabricar vacunas y antivirales. No hay ningún motivo de alarma. No se prevé que en menos de dos años se pueda producir la mutación. Jesús Calderón, el científico más acreditado de Castellón, espera que no se produzca, pues han de darse muchas condiciones para ello; y lo mismo dice Pilar Pérez Breña, viróloga del Instituto Carlos III del Centro Nacional de Microbiología que prevé "situaciones naturales que contengan el virus".

Hay una campaña en los medios de comunicación que trata de asustarnos para ocultar problemas más graves, inmediatos, para distraer a la gente. Si creemos estar en peligro de muerte por una inmediata pandemia ¡ya está ahí! las demás cosas carecen de importancia. Como el Estatuto de Cataluña que pretende hacer, de los valencianos, ciudadanos de segunda clase; y decir a los españoles cómo hemos de organizarnos y vivir. Nos meten miedo a ver si nos olvidamos que el Estatut exige que las leyes que aprobemos en el Congreso de los Diputados y en el Senado, luego tenga que pasar por el Parlament Catal , que tendrá derecho de veto. Olvídense de los santones apocalípticos que predican terribles males. Delante tenemos serios problemas que resolver entre todos los españoles. El único mutante es ZP. Creíamos que era Bambi, pero es un mamut desbocado, rompiendo todo lo que encuentra en España.

Abogado