Mi reino por un pediatra. Las líneas que siguen describen la realidad de Benic ssim, pero muchos lectores podrán identificarse porque el problema de fondo anida en innumerables municipios.

Resulta que, según las estadísticas bancarias, somos la ciudad con mayor renta per cápita de la Comunidad Valenciana. Resulta que el precio de la vivienda --que tanto enriquece a unos pocos-- presenta fronteras indecentes convirtiéndonos en un enclave del máximo caché. Resulta que, a tenor del despilfarro institucional en bagatelas y chilindrinas, uno podría pensar que hemos resuelto lo básico. Resulta que, especialmente durante estas semanas, se transmite a la opinión pública una poderosa ofensiva en el terreno del desarrollo urbanístico.

Ya hemos perdido la cuenta de los millones de metros cuadrados que manteamos al viento cual festín de gloria. Se dibuja un horizonte de oro marbellí donde quiera que fijemos la mirada. Pero vivimos de fantasías. Cada vez que un político abandona la vida real y flirtea con los dioses del cemento, damos un revés al latido de la gente.

Mientras la hormigonera ruge, la sala de espera del médico pediatra en el centro de salud de Benic ssim acumula frustración y desesperanza. Pocos medios, pocos recursos, poca formalidad, pérdida de horas, sensación de engaño. Pagamos muchos impuestos y debiera notarse en la mejora de los servicios elementales. Sanidad y educación son los contrafuertes y pilastras de un modelo de sociedad que no podemos descuartizar. No basta con el compromiso y la profesionalidad de los facultativos y resto de personal que, seguramente, hacen lo que pueden y media taza más. El drama es que las autoridades, las de aquí y la Conselleria incompetente, permanecen sin reaccionar adecuadamente.

El déficit de personal dura demasiado tiempo como para entender que pueda tratarse de un desajuste puntual. Es, sencillamente, una burla. El recién estrenado Palacio de las Artes Reina Sofía de Valencia ha tenido un sobrecoste injustificado con el que se hubiesen construido varios hospitales y contratado, con la remuneración digna que merecen, médicos de sobra para abastecer la red primaria de todo el país.

Nuestro modelo de ciudad pasa por cuidar todos aquellos aspectos más sensibles para las familias. No es ningún secreto que nos escogen cada día más parejas jóvenes para vivir todo el año. Es una magnífica decisión porque Benic ssim es un destino delicioso los doce meses (especialmente --en mi opinión-- los no veraniegos). Apostar por nosotros, proclamémoslo una vez más, entraña un compromiso de gratitud.

Las autoridades deben contraer una especie de contrato social con quienes se hipotecan de por vida comprándose una vivienda en Benic ssim. Un contrato a modo de catálogo de servicios públicos imprescindibles: atención sanitaria digna y suficiente, educación de calidad desde el nivel infantil hasta el ingreso en la universidad, una oferta cultural potente y desestacionalizada, un modelo de transporte público integral, parques y zonas verdes como espacios de identidad e integración urbana, limpieza y seguridad, etc. Estas son las cosas que importan.

Justo estos días se nos está notificando el sablazo de una nueva tasa. Buenos para pagar y no tan buenos para recibir. No se trata de pedir el sol, sólo un poco de calorcito. La reivindicación del pediatra significa mucho más que un médico para niños (siendo como es la causa más noble del mundo), significa la demanda de un modelo de hacer política que debe recuperar al ser humano como centro de sus aspiraciones. Menos cemento y más pediatras, por favor.

Portavoz del PSPV-PSOE en Benic ssim y diputado autonómico.