El exalcalde de Castellón José Luis Gimeno aprovechaba siempre las reuniones con los regantes de Fadrell para reclamar la necesidad de limpiar las acequias, sobre todo, para prevenir contra las inundaciones amenazantes por estas fechas. Los regantes se miraban preguntándose. ¿Quién las limpia? Pepe Pascual, el concejal de Agricultura, esto es, el de los agricultores, quizá por no colocar al mandatario en una situación delicada o salvar su propia honra, mirando de reojo al munícipe, aclaraba que la limpieza de las acequias era responsabilidad de los agricultores y no tanto del consistorio. Menos gasto público. Pepe, botons, recuerda, que eres concejal por tu arraigo a la huerta. No nos abandones.

Hay una cuestión en todo esto que es evidente. El Ayuntamiento tiene que pensar en una iniciativa que frene el deterioro de la huerta. Un paseo por Riera, Travessera, Donació, Sensal o la Magdalena nos delata que por cada cuatro huertos uno se encuentra abandonado, sucio, lleno de escombros y porquería. Esta soledad, unida a la ejecución de carreteras para llegar más rápido a los núcleos residenciales y beneficiar al ciudadano aunque por otro lado cortan de cuajo los caminos rurales, muestran el aspecto pavoroso de nuestra huerta, una situación indigna para algo que forma parte no sólo del patrimonio de la ciudad sino de su idiosincrasia. ¿Cómo va a limpiar una acequia un agricultor que abandona su huerta por la nula rentabilidad de los cítricos? ¿Cómo se va a gastar el dinero si no invierte en Roundup? Por favor, apoyemos al agricultor que siempre es el último mono y de paso nos beneficiamos todos.

Periodista