Lo que ha pasado en Oropesa es un claro síntoma de los tiempos que corren en las fiestas patronales de los municipios. En esta ciudad turística de Castellón la reina y las festeras del 2005 repiten este año para afrontar la falta de candidatas. No es nuevo. En la Vall d´Uixó ya ha pasado en más de una ocasión, en Burriana hay dificultades para encontrar a las reinas falleras y en otros municipios han optado por eliminar esta figura. Cambian los tiempos y con ello las tradiciones. Hay que afrontarlo más pronto o más tarde.

El dinero que se invierte por parte de una familia para que la niña sea reina y la evolución de la sociedad actual, con unas jóvenes que están por otras cosas, son los dos motivos que se apuntan a estas dificultades a la hora de encontrar jóvenes que se muestren dispuestas a ostentar la representación festiva del municipio durante doce meses, con sus actos y sus viajes.

En lo primero, algunos ayuntamientos ya han intentado combatirlo sufragando parte de los gastos económicos que supone ser reina. Pero lo segundo es más difícil atajarlo. ¿Qué hacer? Quizá ya entrados en el siglo XXI se debería de plantear el papel de las mujeres en las fiestas. Algunos así lo ven. Otros, en cambio, se aferran a lo que marcan las tradiciones y consideran imprescindible la imagen femenina como centro de las fiestas.

El debate está abierto, pero este ejemplo más reciente de Oropesa debería de motivar profundas reflexiones.